Llega el frío y con él unas temperaturas gélidas que incrementan el riesgo de sufrir ciertas dolencias y enfermedades. Estos problemas pueden ir desde una bajada de defensas y por lo tanto mayores posibilidades de contagiarnos por un resfriado o una gripe, a un incremento en las posibilidades de sufrir un infarto. Para protegernos de los efectos negativos que tiene el frío sobre nuestra salud, lo mejor es conocerlos y de esta forma podremos poner las medidas necesarias para pasar un invierno saludable.

Con la aproximación del invierno las bajas temperatura hacen su aparición de forma generalizada y en ese momento las preguntas son: ¿Sabemos cuáles son los efectos del frío en nuestro organismo? ¿Realmente nos afecta tanto? Y la respuesta es que el frío genera un estrés térmico en nuestro organismo que nos provoca un incremento de los problemas de salud.
Nuestro sistema inmunitario tiene que trabajar más intensamente con la llegada del frío y por esta razón nuestras defensas no son capaces de frenar todas las entradas de virus y bacterias.
Gripes y catarros nos afectan más durante las épocas de frío y la principal razón es un incremento de la densidad en la mucosidad, que de esta forma se vuelve menos efectiva a la hora de detener los patógenos.
Aumenta el riesgo de infarto
El frío produce en nuestro organismo un efecto directo sobre los vasos sanguíneos. Como es lógico la pérdida de calor corporal se incrementa con las bajas temperaturas, de manera que una de las medidas que tiene nuestro cuerpo para reducir estas pérdidas es la reducción del grosor de los vasos sanguíneos, un proceso que recibe el nombre de vasoconstricción.
Si a esta circunstancia y a la edad le añadimos que somos personas que presentamos problemas de colesterol alto, es posible que nuestras venas tengan calcificaciones o pequeños puntos donde se acumule el colesterol. Estos puntos conflictivos unidos a la vasoconstricción pueden generar problemas de obstrucciones y fallos cardíacos.
Según los expertos los riesgos de sufrir un infarto se incrementan en un 20% en condiciones de frío, siendo principalmente afectadas las personas con una enfermedad degenerativa, obesidad, los fumadores y las personas mayores de 50 años.

Cuidado con la hipotermia
Este es un riesgo extremo del frío y debemos estar expuestos durante un periodo largo de tiempo para sufrir sus efectos. La temperatura corporal comienza a descender por la influencia del frío, por lo que nuestro cuerpo tiene que invertir más recursos para mantenerse en funcionamiento.
Al descender nuestra temperatura por debajo de 35ºC el cuerpo reduce el caudal de sangre hacia los lugares más alejados (brazos y piernas) con el objetivo de no perder calor, por lo que los primeros síntomas y congelaciones en los casos más intensos se dan en las extremidades.
A medida que el cuerpo lucha contra el frío se producen efectos cada vez más fuertes, con lo que nuestro cuerpo comenzará a tiritar, aumentaremos la frecuencia cardíaca y respiratoria y, finalmente, caeremos en un estado de confusión y somnolencia donde nos resultará difícil movernos. El caso más extremo de hipotermina provoca la muerte por fallo multiorgánico.
Astenia estacional
Los cambios de estación nos provocan en muchas ocasiones estados de fatiga, sensación de falta de energía y motivación, de agotamiento o cansancio. Esto se debe entre otras causas a la reducción de horas de sol y al sobreesfuerzo que genera nuestro cuerpo frente al frío, derivando en algunos casos en un estado de depresión estacional.
Los días lluviosos y fríos dificultan también el desempeño de actividades en el exterior, lo que muchas veces produce sensación de hastío y aburrimiento. En estos casos hay que ser positivo y buscar actividades de interior que nos ocupen la mente, ser proactivo y afrontar cada día como una oportunidad de llevar a cabo un nuevo reto. Buscar una afición o manualidad que nos ocupe el tiempo suele hacer bastante llevaderas las tardes de invierno.
Por otro lado, la bajada de las temperaturas hace en muchos casos que la reclusión casera se vuelva la excusa perfecta para recuperar fuerzas y descansar, de forma que el frío crea un ambiente excepcional para conciliar el sueño sin problemas.
Si descansamos correctamente podremos afrontar de manera más enérgica nuestro trabajo, además este extra de energía puede ser ideal para ejercitarnos, permitiéndonos desarrollar actividades físicas que el verano hace más complicadas por las altas temperaturas.
La mejor solución es protegerse del frío

Como hemos visto los efectos del frío pueden ser tanto positivos como negativos, sin embargo una cosa está clara: Los extremos no son buenos. Una actitud descuidada con el frío nos puede generar problemas de distinta índole, por lo que una bebida caliente, un entorno confortable y por supuesto un abrigo adecuado a las condiciones y actividades que vamos a realizar es increíblemente importante.

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