La leyenda de Pep: El fantasma del perro condenado a cadena perpetua

Las historias populares cuentan que Pep, un labrador negro, fue condenado a cadena perpetua por asesinar al gato del Gobernador de Pensilvania. Y que aún hoy su espíritu vaga por los pasillos de la Penitenciaria Eastern State, donde también se “alojó” Al Capone por un tiempo.

PERROS

Hoy os traemos una de esas increíbles historias que sólo son posibles en un país como EEUU. Se trata de la leyenda del perro Pep, un labrador negro que supuestamente acabó sus días en la Penitenciaría Eastern State de Filadelfia, en Pensilvania. Una de las prisiones más conocidas en Norteamérica, precisamente por ser uno de los lugares con mayor número de sucesos sobrenaturales.

Gifford Pinchot, gobernador de Pensilvania y dueño de Pep

Según esta historia, Pep el labrador era la mascota del Gobernador del Estado de Pensilvania, Gifford Pinchot, y más concretamente de su mujer, Cornelia Bryce. A quien se lo había regalado el propio sobrino del gobernador, que era un conocido criador de perros labrador. Siendo de esta forma Pep un miembro más de esta acomodada familia.

Pero su supuesta mala conducta habría sido el causante de que el perro acabase con sus huesos en la célebre prisión de Filadelfia, al haber sido condenado por la muerte de la otra mascota, el gato de la familia. De forma que en 1924 Pep sería condenado a cadena perpetua por el asesinato, según rezaba la propia prensa de la época:

Como castigo por la muerte del gato, el gobernador de Pensilvania habría hecho uso de su poder ejecutivo para que el can diese con sus patas tras los barrotes, como si de un reo humano se tratase. Llegando incluso a tener su propio número de prisionero, el C-2559.

Esta penitenciaría, la Eastern State, cuya construcción dio comienzo en 1822 y abrió sus puertas (o cerró sus rejas) en 1829, es una de las más legendarias de EEUU. Sirviendo como prisión operativa hasta el año 1971. Entre sus visitantes más destacados estuvo el famoso escritor Charles Dickens, quien denunció el cruel aislamiento que sufrían sus presos.

¿Y entre sus reos más conocidos? El más célebre de los mafiosos de toda la historia: Al Capone, alias “Scarface”. Quien pasaría 8 meses recluido allí en una de las condenas que más tinta hizo correr entre los periódicos del momento. Según la cual el líder del hampa habría pasado dichos meses en la prisión rodeado de todo tipo de lujos, como una alfombra persa u óleos para decorar las paredes de su celda.

celda de al capone

A toda esta rocambolesca historia se suma el hecho de que la prisión estatal se haya convertido en los últimos años en uno de los principales lugares de peregrinación de los seguidores e investigadores de los sucesos paranormales. Siendo multitud quienes atestiguan haber experimentado sucesos extraños, apariciones o sensaciones propias de un lugar “encantado”.

De hecho cuenta la leyenda que el propio Pep es uno de los espíritus que aún vagan por sus pasillos, pues algunos aseguran escuchar aullidos en los pasillos de la Eastern State. Acrecentando aún más así su fama como el primer perro en ser condenado a cadena perpetua por asesinato.

Más allá de la leyenda: Pep, el perro de terapia

Como suele suceder con todas las leyendas, tienen algo de cierto… pero mucho de exageración. Y tal es el caso de nuestro querido amigo Pep. Un labrador que sufriría las consecuencias de las malas artes del periodismo amarillo. Así que vamos a contaros lo que sabemos de la verdadera historia de Pep, la que inspiró su rocambolesca leyenda.

Pep fue regalado a la mujer del gobernador durante su primer mandato. Convirtiéndose en automáticamente en un miembro muy querido de la familia. Este revoltoso labrador no mató a nadie, y mucho menos al gato de de la acomodada familia Pinchot. Lo que sucedía con él es que, como ocurre con muchos otros perros, desarrolló la nada aconsejable costumbre de masticar el mobiliario del hogar.

Al parecer Pep tenía especial predilección por los cojines. Una costumbre poco apreciada por sus dueños, que se vieron incapaces de evitarla pese a múltiples castigos. Pep seguía destrozando sus muebles. Tanto es así que acabaron decidiendo que tenía que irse de la casa del gobernador. Como es lógico, pensaron que sacrificarlo era una crueldad, por lo que quisieron buscarle un nuevo hogar donde lo activo de su mandíbula no fuese un problema.

La idea la tuvo el propio Pinchot durante una visita a la cárcel de Mane. Allí se usaba a perros de terapia para subir la moral de los reos internados en reclusión. Así que cuando el gobernador regresó a casa contactó con su amigo Herbert Smith, director de la Penitenciaría Eastern State, y le propuso hacer lo mismo en su prisión.

De esta forma, Pep el labrador fue entregado a la prisión como un regalo a la institución. Convirtiéndose así en su primer perro de terapia para la rehabilitación de presos. Y disfrutando de una feliz vida, rodeado de alguaciles, divertidos delincuentes a los que ayudar a meter en vereda, y del resto de perros que posteriormente le ayudaron en su labor. Acabando allí sus días a principios de los años 30. E incluso sus restos fueron enterrados en los terrenos de la prisión.

Exterior de la Eastern State Penitentiary

Entonces, os preguntaréis, ¿y la foto del periódico a qué viene? Pues no es más que un truco publicitario. Una pequeña broma para darle un poco de colorido a la noticia de que utilizarían perros de terapia en la penitenciaría. ¿O acaso conocéis a algún político al que no le guste hacer publicidad de sus medidas? El caso es que si a los políticos les gusta estar en los titulares, a los periodistas nos gusta (a unos más que a otros) conseguir atraer a los lectores. Y los hay que no se lo piensan a la hora de revestir la realidad de un poco de ficción si con ello logran atraer las miradas hacia su artículo.

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Marketing Digital, Publicidad y Comunicación Corporativa en TERRÁNEA

Jorge Monroy Criado

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