La alimentación de nuestro caballo es algo a lo que debemos prestar mucha atención. Su sistema digestivo es muy diferente al del humano por lo que algunos alimentos pueden suponer un problema serio en cuanto a su digestión. Por otro lado, las plantas silvestres son, en algunos casos, tóxicas para ellos, de manera que nos conviene saber identificar las más dañinas para nuestros animales y así evitar sustos.

La alimentación para caballos domésticos debe estar estrechamente vigilada. Aunque el pastoreo es una acción que realizan a diario hay que saber que no pueden ingerir cualquier planta silvestre. En nuestro entorno hay ciertas plantas y vegetales que no son adecuados para su alimentación, llegando incluso a ser tóxicos para su metabolismo y provocarles enfermedades crónicas.
Los pastos de calidad que le servirá de alimento a nuestro caballo están normalmente formados por plantas de la familia de las Poaceas (gramíneas) y de las Fabaceas (familia a la que pertenecen las habas, por ejemplo). Sin embargo, no podemos descartar la presencia de otras plantas que en su composición pueden resultar tóxicas a los equinos.
La alimentación equina precisa un equilibrio perfecto entre la cantidad de fibra, energía, proteínas y nutrientes, siendo necesaria una planificación y suministro de alimento acorde al nivel de actividad física del caballo. Gracias a este control evitaremos problemas digestivos, como los temidos cólicos, que pueden suponer un grave problema de salud para nuestros caballos.
Para hablar con rigor de alimentación equina debemos en primer lugar entender las características fisiológicas de los caballos. Estos animales tienen una masticación cuidadosa y lenta de los alimentos, un estómago con una capacidad limitada que le obliga a vaciarse varias veces al día, un intestino delgado donde se realiza la digestión enzimática y, finalmente, un intestino grueso encargado de la acción microbiana y la fermentación de los alimentos.
Son precisamente estas particularidades anatómicas y fisiológicas del aparato digestivo de los caballos, las que pueden ocasionar diferentes problemas en el tránsito del bolo alimenticio, así como cólicos, diarreas o indigestiones.
Los animales que no desarrollan una intensa actividad física o un proceso de cría, precisan únicamente de una dieta de mantenimiento. En estos casos los caballos no deben incrementar ni disminuir de peso, ya que el objetivo de su alimentación es mantener el metabolismo y las funciones corporales.
Normalmente este tipo de dieta tendrá en el pastoreo suficiente aporte nutricional, siempre dependiendo de la zona, la época del año y las especies vegetales que compongan el pastizal. Por lo general los caballos ya se encargan de realizar una labor de pastoreo racional, seleccionando las matas con una buena cantidad de proteínas.
Caballos con necesidades excepcionales
Cuando nos encontremos con caballos que tienen necesidades especiales de alimentación, como es el caso de las yeguas gestantes o lactantes, los ejemplares en fase de desarrollo y crecimiento y aquellos animales con una alta tasa de actividad física, será necesario complementar la alimentación de forma equilibrada con el objetivo de responder a sus necesidades nutricionales.

En estos casos hay que cuidar el equilibrio entre la proporción de agua y la fibra, proteínas, minerales y vitaminas que aporten los alimentos.
Tipos de alimentación equina
El contenido en fibra aportado por el pasto o el heno es fundamental en la alimentación de un caballo, ya que el correcto tránsito del bolo alimenticio a través del sistema digestivo será más sencillo cuanto menor sea la cantidad de celulosa.
De esta manera, podemos dividir los alimentos para caballos en dos tipos:
- Forrajes: Henos, pastos y silos.
- Concentrados y suplementos.
Los henos deben aportar una concentración de energía más baja que los granos, debiendo ser ricos en proteínas y nutrientes. Es importante que dentro de este grupo de alimentos se encuentre equilibrada la proporción de celulosa.
De esta forma el mejor heno para la alimentación caballar debe tener tallos finos, gran cantidad de hojas adheridas, así como una buena calidad que debe asegurarse mediante el momento correcto de recolección y la ausencia de hongos.
El heno procedente de plantaciones de leguminosas, ricos en alfalfa y trébol, contiene una mayor proporción de energía disponible, así como una proporción superior de proteínas, vitaminas y calcio, en comparación con los henos formados principalmente por especies de gramíneas.
Para emplear henos procedentes de silos debemos asegurarnos de que el estado de conservación de la paja es el correcto. No aceptaremos henos con alto grado de humedad por el riesgo de hongos.

¿Cuáles son los mejores granos para los caballos?
El aporte de concentrados o complementos alimenticios para caballos debe ser controlado de manera estricta y tan sólo se debe suministrar si se trata de un caballo con alto rendimiento deportivo o en fase de cría.
Los granos más comúnmente empleados en la alimentación equina son:
- Avena. Su proporción de energía es baja en comparación con otros granos, por lo que ocasiona menores daños en los procesos digestivos. Posee un alto contenido en proteínas y una alta calidad de las mismas, aunque estos valores pueden ser variables.
- Maíz. Tiene un mayor índice energético que la avena y por ello debemos controlar la ración de alimento si no queremos sufrir alteraciones digestivas. Debido a su conservación en seco suele ser recomendable triturarlo para facilitar su digestión.
- Cebada. Este grano presenta un nivel de energía intermedio entre avena y maíz, siendo también recomendable un triturado previo a su administración.
- Trigo. Se trata de un alimento con un alto contenido de energía digestible.
Estos granos es recomendable que sean humedecidos previamente a la ingesta con el objetivo de incrementar la proporción de agua de la semilla. En cuanto al almacenamiento del grano partido hay que ser especialmente cuidadoso, ya que aumenta la posibilidad de oxidación del grano y la aparición de hongos.
Las plantas silvestres
Cuando nuestros animales se alimentan de manera independiente en campos y dehesas debemos estar atentos a la vegetación que se desarrolla en el entorno. Aunque normalmente los caballos no se alimentarán de plantas tóxicas, la ausencia de alimento les puede llevar a utilizarlas para completar su dieta, provocando daños importantes que pueden incluir cólicos, diarreas, debilidad, temblores e incluso la muerte.
Suele ser frecuente la aparición en primavera de matas de cicuta en los entornos de arroyos y en las zonas húmedas. Esta planta, altamente tóxica, contiene alcaloides por toda la planta, de manera que su consumo será altamente dañino para nuestro caballo. Si observas esta planta en la zona de alimentación de tu caballo, intenta limitar el acceso de tu animal a ese área para así evitar problemas.

Otras plantas que pueden provocar daños son las plantas pertenecientes a la familia de las solanáceas. Esta familia vegetal tiene muchos representantes dentro de las plantas silvestres, conteniendo la mayoría de ellos alcaloides tóxicos para los equinos. Plantas como la mandrágora, el estramonio o la belladona pueden ser relativamente comunes en nuestro entorno, de manera que si observáis matas de estas plantas evitad que vuestro caballo se acerque.
Las plantas de estas familias no son las únicas que pueden resultar dañinas para nuestro animal. Plantas como la dedalera (Digitalis purpurea), el rododendro (Rhododendron spp.) o los helechos (en especial el Pteridium aquilinum) pueden suponer un grave problema para nuestro caballo, así que mucho cuidado con ellas.
La hierba de Santiago (Jacobaea vulgaris) es una planta medicinal para los seres humanos, sin embargo, para nuestros animales puede ser muy venenosa. Al ingerirla les puede parecer bastante amarga pero si al cortar el heno se mezcla con otras plantas puede perder el amargor manteniendo la toxicidad.
Alimentos humanos
Al igual que las plantas silvestres, los alimentos que ingerimos en nuestra dieta pueden ser tóxicos para los caballos. Aunque para nosotros ciertos alimentos como el aguacate o la cebolla pueden resultar inocuos, para los caballos estos vegetales pueden ser altamente peligrosos. Si los alimentos disponibles para ellos no son suficientes para completar su dieta, se alimentarán de ellos sin dudarlo.
Las solanáceas son plantas que están muy presentes en la alimentación humana. Las patatas, el pimiento, la berenjena o el tomate son representantes de esta familia muy distribuidos en nuestra dieta, de manera que son relativamente frecuentes en nuestras cocinas y huertos. Si queremos mantener a nuestro caballo saludable, nos debemos asegurar de mantenerle alejado de estos alimentos ya que son altamente tóxicos para él.
Las plantas crucíferas
Si bien no son tóxicas como tal, debemos evitar que nuestro caballo se alimente de ellas ya que les pueden provocar problemas. La col, el brócoli, la col rizada o las coles de bruselas generan gases en nuestro caballo, que si son excesivos pueden provocar un cólico, lo que si puede poner en riesgo la vida de nuestro animal.
Alimentos para ganado
Los preparados alimenticios destinados a la alimentación del ganado no suelen ser los más adecuados para nutrir a nuestros caballos ya que están destinados al engorde de animales, por lo que tienen gran cantidad de calorías. Además, muchas de las sustancias no son asimilables por su sistema digestivo lo que puede provocar serios daños.

Por su parte, el heno en principio no tendría ninguna contraindicación, sin embargo, debemos asegurarnos de que este se encuentre en buen estado. Los henos pueden contener polvo o humedad que provoquen en nuestro caballos serios problemas de salud, como el botulismo. Aunque sea tratable mediante la aplicación de una vacuna, no debemos confiarnos ya que no cubre todos los tipos que existen.
Por otro lado, si el heno no se encuentra en buenas condiciones puede contener hongos. Las esporas originadas en el heno se extienden por el sistema respiratorio provocando un daño irreversible en los pulmones del caballo.
Cómo afecta la alimentación al carácter de los caballos
Cada caballo tiene su propia personalidad y carácter, pero en el caso de animales que se estresan con facilidad y que están obligados a permanecer en cuadras o boxes con poco contacto con el medio natural, es aconsejable cuidar su dieta alimenticia con el objetivo de evitar que algunos nutrientes puedan contribuir a incrementar sus niveles de estrés.

Como sucede con las personas los animales tienen su propio carácter y personalidad y en el caso concreto de los caballos este carácter puede verse alterado en función del nivel de estrés que soporta el animal. Muy importante es mantener unas rutinas estrictas en la cuadra con el objetivo de que los animales conozcan cuáles son los “tiempos” de su vida diaria.
En este sentido los expertos equinos coinciden en señalar que junto al estrés, el comportamiento de los caballos puede verse influido por el tipo de alimentación, dado que los productos que componen habitualmente la dieta o la forma en la que estos alimentos son ingeridos pueden favorecer un temperamento más nervioso o más tranquilo. ¿De qué forma?
Estrés y salud
Un caballo que se muestra nervioso es un riesgo para su jinete y para él mismo, ya que está demostrado que un animal estresado presenta un mayor riesgo de sufrir trastornos digestivos -los temidos cólicos- y problemas de laminitis.
Por lo tanto en ejemplares con una personalidad propensa al estrés debemos actuar desde todos los ámbitos, tanto veterinarios, como de manejo en cuadra o dietéticos, y si tenemos oportunidad de que los animales puedan pasar largos periodos de tiempo en prado mejor que mejor, porque la socialización y el vivir en grupo es un factor que contribuye a reducir el nerviosismo en los caballos.

Cuando viven en prado, que por otro lado es su ambiente natural, los caballos dedican la mayor parte del día a la ingesta de alimento, principalmente fibra, al contrario de lo que sucede en los boxes, de forma que este modo de vida diaria evita los vicios de cuadra, facilita la digestión y de forma generalizada tiene un efecto altamente beneficioso en su salud y en su estado de ánimo.
En prado los caballos dedican un 60-70% de su tiempo a alimentarse de forma natural -unas 14-16 horas-, una vida muy similar a la que harían estando en libertad, mientras que las estancias prolongadas en cuadras o boxes les obliga a ingerir una dieta más artificial y en periodos de tiempo determinados y a aburrirse el resto del día, lo que probablemente les producirá estrés y nerviosismo.
La dieta es fundamental
Pero qué podemos hacer para evitar el estrés en caballos que no tienen acceso a prados y que pocas veces pueden disfrutar al aire libre de ser un miembro más de la manada.
Lo principal es adecuar la dieta al nivel de trabajo del animal y cuidar de forma rigurosa sus componentes con el fin de evitar aquellos alimentos que pueden incrementar su nerviosismo. Sobre todo los alimentos que se absorben rápidamente y de forma antinatural causando con ello reacciones hormonales no deseadas.
En estos casos la energía es absorbida por el intestino delgado y se incorpora al sistema sanguíneo causando una subida repentina de los niveles de glucosa y la correspondiente reacción de insulina. Este tipo de procesos no son saludables y pueden interferir negativamente en los niveles de estrés y nerviosismo de los caballos.

Tres son las fuentes energéticas que están presentes en la dieta de un caballo adulto: fibra, grasa y almidón. De esta forma el secreto de la salud de nuestro caballo y de su equilibrio estará en diseñar una dieta que contenga estos nutrientes en las cantidades adecuadas.
Por otra parte, los caballos también pueden ingerir proteínas como fuente energética, pero este tipo de sustancias tan sólo se incorporan a la dieta en casos excepcionales, sobre todo cuando el objetivo a conseguir es la regeneración de tejidos.
La importancia de la fibra
En el caso de la fibra -un 50% de la dieta diaria es lo aconsejable- se trata de un nutriente que se digiere lentamente en el intestino grueso y que podemos considerar que es una energía “tranquila” que no causa incrementos repentinos de glucosa y que no interviene sobre el carácter del animal.
El almidón tarda unos sesenta minutos en convertirse en glucosa y ser absorbido por el intestino delgado, siendo utilizada como fuente de energía de forma inmediata o almacenada en forma de grasa. El máximo de cereales debe ser de 2-2,5 kg por toma.
Tenemos que saber que un exceso de almidón, al contrario de lo que sucede con la fibra, va a tener un impacto negativo sobre la flora intestinal y es un factor de inestabilidad para el PH del sistema digestivo, de ahí que la vida en prado sea más saludable dado que los caballos no cuentan con grandes cantidades de grano a su disposición.
La energía que proporciona el almidón es necesaria en caballos de competición, pero en otros casos es mejor mantenerla a raya si queremos evitar excitaciones innecesarias.
Finalmente, las grasas también se convierten rápidamente en glucosa en el intestino delgado, pero a diferencia del almidón no son productoras de estrés. Las grasas no son aconsejables en caballos con sobrepeso o que no realizan un trabajo continuado, pero en caballos nerviosos

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