Cloro de las piscinas: Mucho cuidado al bañarse en ellas

Habitualmente el cloro se utiliza para desinfectar de gérmenes todo tipo de piscinas, aunque al tratarse de una sustancia con un pH superior al de nuestra piel, los riesgos de irritaciones y daños, también en ojos y oídos, son muchos si no tomamos las debidas precauciones. Se aconseja que los baños no sean interminables y que después de los mismos procedamos a una ducha que elimine todos los restos de cloro de nuestro cuerpo.

el cloro puede dañar la piel

Aunque estamos en un verano un tanto atípico a consecuencia de la pandemia de Covid-19, calor y piscinas son dos conceptos que viajan unidos cuando llegan las altas temperaturas y con ello un año más vuelven a surgir en piel y ojos, principalmente, los problemas derivados de la presencia del cloro en las aguas de las piscinas públicas y privadas.

El cloro es un elemento químico que figura en la Tabla Periódica integrado en el grupo de los halógenos y que tiene el número atómico 17. En la naturaleza el cloro está presente en las minas de sal y disuelto en el agua de mar en forma de cloruro sódico, cloritos y cloratos, aunque en las piscinas se emplea de forma artificial para desinfectar el agua de forma rápida y eficaz de todo tipo de gérmenes.

Uno de los puntos negativos del cloro es que se trata de una sustancia con capacidades altamente irritantes, de ahí que sea necesario alertar que en altas concentraciones puede llegar a causar daños en las vías respiratorias, una facultad que durante la Primera Guerra Mundial le valió su uso como arma química en forma de gas de cloro (Bertholita).

Sin llegar a tanto en las piscinas el cloro se emplea en un abanico que oscila entre 1 y 3 partes por millón, siendo obligatorio que los técnicos encargados de su mantenimiento revisen las instalaciones dos veces al día con el fin de controlar el pH del agua (grado de acidez), los niveles de cloro y la temperatura del agua, que para nuestro bienestar deberá estar preferiblemente en el entorno de los 25ºC.

¿Por qué el cloro daña la piel?

Existe la falsa creencia de que el cloro es el culpable de que la piel de nuestras manos y pies se arrugue cuando llevamos mucho tiempo dentro del agua, pero aunque es cierto que el cloro castiga y reseca mucho la epidermis, en el caso de las típicas arrugas hay que afirmar que el cloro poco o nada tiene que ver.

La piel tiene una  capa de grasa protectora que se encarga de que la humedad no penetre en la misma, una capa que curiosamente es más gruesa en manos y pies. Cuando por efecto del agua esta capa desaparece la piel tiende a absorber agua, principalmente en manos y pies, circunstancia que es la causante de que aparezcan las habituales arrugas.

Al igual que sucede con el agua el cloro también contribuye a deteriorar este manto graso que protege nuestra piel, de ahí que sea muy importante mantenernos hidratados después del baño, tanto con la utilización de cremas hidratantes como con la ingesta de agua, zumos, etc. En este sentido es bueno advertir que en verano lo aconsejable es ingerir diariamente un mínimo de dos litros de líquidos.

Además, el cloro también puede llegar a provocar reacciones químicas en la piel que deriven en irritación, hinchazón o pérdida de melamina, sobre todo cuando se trata de pieles sensibles o atópicas. Cuando esto suceda habrá que suspender los baños y previamente consultar con el médico que corresponda cuando aparezcan este tipo de síntomas.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que el pH de nuestra piel es de 5,5 y que el del agua de una piscina puede oscilar entre el 7,2 y el 7,8, un mayor grado de acidez por el cual el cloro actúa de forma negativa sobre la parte externa de nuestro organismo.

Problemas en los ojos y oídos por el cloro

El piscinas es aconsejable bañarse con la protección de gafas de natación, que evitarán que el cloro pueda llegar hasta nuestros ojos provocando daños en los mismos, y en ningún caso abrir los ojos en el interior de aguas tratadas con cloro, ya que al sequedad y las irritaciones oculares pueden aparecer transcurridos 20-30 minutos.

el cloro puede irritar nuestros ojos

Advertir que en algunos casos los problemas oculares pueden ir más allá de una simple irritación, que por regla general desaparecerá con el paso de las horas, porque la presencia combinada de cloro y de determinadas bacterias puede derivar en conjuntivitis infecciosas y en queratocojuntivitis, patología esta última que supone una inflación de la córnea y de la conjuntiva por falta de suficiente hidratación en el ojo.

En los oídos el agua, ya sea clorada o sin clorar, puede producir otitis externas (oído de nadador), que vienen provocadas por el hecho de que el líquido se mantiene en el interior del canal del oído durante largos periodos de tiempo, de ahí que sea aconsejable utilizar tapones y secar perfectamente los oídos tras el baño.

¿Puedo contagiarme en un agua clorada?

Anteriormente, hemos comentado las características desinfectantes que aporta el cloro al agua de las piscinas, por lo que se entiende mal que puedan quedar gérmenes  en el agua. La explicación tiene dos perspectivas, una la existencia del llamado “efecto ventana”, que es el tiempo que transcurre entre que el agua es tratada y entre que el cloro realiza su máximo nivel desinfectante, y otra sería que existen bacterias resistentes al cloro y que incluso pueden “vivir” hasta diez días en nuestras piscinas.

las piscinas tienen cloro que puede ser dañino si no somos precavidos

Además, la presencia en el agua de fluidos orgánicos como sudor, saliva u orina, provocan que el agua reaccione con la urea, el amoniaco y la creatinina, dando lugar a una nueva sustancia, cloramina, que en muchos casos es la responsable de problemas oculares y respiratorios.

Precisamente por este motivo se aconseja la ducha antes y después de introducirnos en la piscina, en el primer caso para retirar el sudor y otros restos y en el segundo para limpiar los restos de cloro y de cualquier otra sustancia que haya podido impregnar nuestra piel, ojos y mucosas.

Finalmente, el cloro tampoco es culpable de que los pelos rubios puedan aparecer en algún momento con tonalidades verdosas, porque esto se debe a la acción del sol y a la oxidación de determinados metales, como cobre y hierro, que también están presentes en el agua, aunque el cloro si que produce sequedad capilar y daños en las uñas en personas especialmente sensibles.

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