La Angiostrongilosis canina es una enfermedad que padecen los perros domésticos además de otros animales carnívoros salvajes. En Europa han aumentado los casos y un nuevo estudio aconseja a los veterinarios mayor control sobre la misma y concienciar a los propietarios de mascotas.
Los perros pueden padecer Angiostrongilosis canina, una enfermedad causada por el agente Angiostrongylus vasorum y que afecta, además de a estos animales, también a otros carnívoros salvajes y a los humanos. Se trata de una zoonosis emergente de complejo diagnóstico que se transmite en personas mediante el consumo crudo de alimentos o de agua contaminada, además de por las mucosidades o la manipulación de moluscos o vegetales. En los perros, este parásito se aloja en las arterias pulmonares y en el lado derecho del corazón de estos animales, según indican los expertos.
Curiosamente, son los perros más jóvenes los que son más vulnerables ante esta afección, siendo la tos, las convulsiones o la anemia, entre otros, algunos de los síntomas clínicos más habituales que muestra un cánido infectado. A la hora de detectar la presencia de este parásito y para confirmar que el animal padece esta enfermedad, el veterinario debe llevar a cabo una radiografía torácica, y deberá consultar si el animal ha viajado a países en los que el dicho parásito es endémico. Según el alcance del caso en cuestión, el profesional recomendará un tratamiento acorde de medicamentos que ayuden al animal a combatir la infección parasitaria.
Las recomendaciones a seguir más repetidas por parte de los veterinarios para evitar la Angiostrongilosis en perros es seguir métodos de prevención y precauciones eficaces contra la ingesta de clavos o babosas donde también puede encontrarse este parásito, siendo la visita al veterinario lo antes posible la medida a cumplir en cuanto se detecte alguno de los síntomas que pueden presagiar que el animal se encuentra infectado.
Precisamente, los expertos advierten del reciente incremento de casos de Angiostrongilosis en perros en Europa, sobre todo en países del centro y del sur. En España, varios estudios también han reportado la presencia de una alta prevalencia del agente Angiostrongylus vasorum en animales salvajes, aunque no existen estudios que traten la situación actual de la enfermedad o su propagación en perros domésticos, por lo que los informes de los veterinarios son muy limitados.
Ante estos hechos, un grupo de investigadores de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Las Palmas han elaborado un estudio para de esta forma poder evaluar la prevalencia de este parásito en algunas áreas de España. Dicha investigación fue completada en once meses (noviembre de 2018-octubre de 2019) mediante la toma de muestras de sangre de un total de 2.024 perros de seis zonas del país en las que el clima favorece la presencia de la enfermedad, y en las que todos los perros vivían al aire libre o contaban con acceso regular a áreas de vegetación. Además, ninguno de estos canes había viajado fuera de esta zona en el último año.
Resultados y recomendaciones para la prevención
En las áreas estudiadas, se obtuvo una prevalencia de Angiostrongilosis canina del 1,73%, no encontrándose diferencias entre machos y hembras ni entre grupos de edad. Las zonas que mayor prevalencia registraron se ubican en el norte y noroeste del país (1,86%-2,74%), por contar con el clima más húmedo y la vegetación más abundante, mientras que la menor prevalencia se detectó en el centro y oeste de la península (0,93%-0,99%).
Las conclusiones del estudio confirmaron por tanto la presencia de la Angiostrongilosis en perros domésticos de España, concretamente “en zonas donde existían animales salvajes previamente infectados o donde las condiciones climáticas son favorables para el establecimiento de la enfermedad”.
Por ello, una vez registradas las prevalencias descubiertas en las zonas afectadas, el estudio aboga por aumentar el control por parte de los veterinarios, que deben “prescribir medidas profilácticas para perros que tienen acceso regular al exterior o contacto con la vida silvestre susceptible a la enfermedad“. Los investigadores se centran sobre todo en los perros jóvenes o cachorros de aquellas zonas que mostraron las prevalencias más altas, y que corresponden a los climas más húmedos y lluviosos de España.
La investigación finaliza incidiendo en que los veterinarios “deben ser conscientes de la importancia de esta enfermedad para llevar a cabo campañas de control apropiadas y así crear conciencia entre los propietarios de mascotas“.
Periodista | Comunicación corporativa y Marketing Digital en TERRÁNEA