Cuando se trata de agresividad, muchas personas tienen ideas equivocadas sobre por qué los perros muestran en ocasiones un comportamiento agresivo. Por eso vamos a explicar y desacreditar los cinco mitos más comunes sobre la agresividad del perro.
Todas las razas de perros se crearon o educaron para un determinado propósito en sus orígenes, incluso si ese propósito era simplemente proporcionar compañía. Desde el pastoreo y la caza a la protección del ganado o la compañía, lo cierto es que los perros se han convertido por mérito propio en el mejor amigo del hombre, pero gracias en gran parte a haber cumplido una amplia variedad de funciones.
Dependiendo del papel específico para el que se desarrolló una raza de perro en su origen, algunas razas son naturalmente más protectoras que otras y eso, a veces, puede manifestarse en forma de agresividad.
Continúa leyendo para aprender cuáles son los 5 mitos más comunes (y falsos) sobre la agresividad de los perros…
Mito 1: Los perros nacen agresivos o no lo son
La realidad sobre este asunto tan peliagudo (y que tantas veces hemos oído) es que tanto la naturaleza como la crianza juegan un papel determinante en cuán agresivo podrá acabar siendo un perro.
Es cierto que los perros creados y criados para proteger tienen, como es lógico, instintos protectores que a veces pueden manifestarse de manera agresiva, pero generalmente esta es únicamente una respuesta a una amenaza.
Si un perro desarrolla tendencias agresivas generales, lo más habitual es que sea el resultado del miedo o el maltrato. La reacción de un perro al miedo es ponerse a la defensiva y, a veces, atacar antes de que algo lo golpee. Si ha sido un perro maltratado o ha sufrido mucho es totalmente comprensible que, ante el temor de volver a padecer dolor, reaccione de alguna forma.
Mito 2: Gruñir es señal de agresividad
La realidad es que gruñir es simplemente una forma más de comunicación para los perros. Un gruñido ciertamente podría ser una advertencia dada por el animal antes de un ataque. Pero también puede ser un gruñido juguetón y a veces incluso puede no significar absolutamente nada.
Es totalmente natural que un perro gruña al resolver un conflicto con otro perro o lidiar con él, y no necesariamente significa que una pelea entre ellos vaya a producirse, sino que se trata de una forma más de comunicación entre perros que puede signficar “amigo, no me apetece que me huelas el trasero” o “ahora no me apetece jugar contigo, estoy de paseo con mi amo”.
Mito 3: El entrenamiento de obediencia resuelve la agresividad
Si tu perro gruñe o muestra otros signos de agresividad como enseñar los dientes o intentar morder podrías creer que es algo que puedes resolver llevándolo a clases de adiestramiento. Pero no es así.
Está claro que un perro obediente es más fácil de sobrellevar, pero lo cierto es incluso el perro mejor entrenado puede llegar a mostrarse agresivo. En lugar de preocuparte tanto por si hace caso y se sienta cuando le dices, lo que debería preocuparte es qué está causando esa agresividad: ¿se siente amenazado? ¿está sufriendo dolor? (esta es una causa más que habitual)¿Hay algo que le produce miedo e intenta protegerse de ello? Es decir, hay que comprobar el causante original, que casi siempre es un problema emocional o físico del animal.
Mito 4: Algunas razas son agresivas por naturaleza
Ciertas razas de perros tienen fama de ser agresivas. Este es el caso de Pitbulls, Dobermans y Rottweilers, perros generalmente calificados como perros potencialmente peligrosos y que se utilizan con mayor frecuencia para el trabajo policial o la vigilancia.
Pero la realidad es que cualquier PPP puede ser un auténtico ángel. Y también que cualquier raza de perro puede volverse agresiva. Estas razas únicamente se han ganado esta reputación por el trabajo que suelen realizar y por las odiosas (y ojalá algún día totalmente extintas) peleas de perros, que por el temperamento que tienen en realidad cualquiera de los perros que forman parte de ellas.
Mito 5: Castrar al macho disminuirá su agresividad
Es otro error relativamente común el pensar que la testosterona es el combustible detrás de la agresividad de los perros machos. Aunque es cierto que machos tienen más probabilidades de exhibir comportamientos territoriales o agresivos, tener a tu perro castrado está lejos de ser una solución rápida y real a dicho problema. De hecho, varios estudios veterinarios han demostrado que la castración no tiene ningún efecto en el comportamiento del perro. Aunque sí hemos de recordar que es muy recomendable para evitar camadas indeseadas, pero sobre todo para prevenir problemas de salud como eliminar el riesgo de padecer un tumor.
Tu perro no puede hablarte y decirte lo que le pasa, por lo que es tu responsabilidad tratar de interpretar los signos de que algo no va bien, como por ejemplo los comportamientos agresivos. Cuando son repentinos lo más probable y habitual es que haya un problema veterinario detrás (un dolor que le causa un profundo malestar). Así que esa es la primera causa que debes comprobar, llevándolo a un veterinario. Además nunca debes olvidar que los perros son animales con sentimientos y emociones, como nosotros. Y que también sufren y padecen estrés e incluso se muestran deprimidos. Así que intenta siempre dar el mejor trato y todo tu cariño a tu mascota. Seguro que encontraréis juntos la forma de ser felices y de sacar el dolor y la agresividad de vuestra vida en común.
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