La disciplina del salto tiene sus orígenes en la caza a caballo campo a través, una práctica donde los jinetes tenían que superar obstáculos de todo tipo. Pronto el salto se convirtió en una interesante competición ecuestre, donde con una técnica todavía muy rudimentaria los competidores se enfrentaban a los obstáculos en recintos cerrados. Con la aparición de Federico Caprilli, padre de la equitación moderna, la disciplina de salto evolucionó hasta lo que es hoy en día.
Dentro del mundo de la equitación la disciplina de salto es una de las más conocidas y practicadas. Esto es fácil de entender. Mientras que otras actividades pueden requerir instalaciones o material muy específico, para practicar salto basta con unas barras o postes pintados que hacen de obstáculo.
En la mayoría de centros ecuestres, junto con la doma clásica, el salto es una de las dos especialidades que más se enseñan y que más éxito tienen en alumnos de todas las edades. Prueba de ello son las numerosas competiciones oficiales y no oficiales que se celebran y que cada año cuentan con nuevos participantes.
España cuenta con grandes figuras de este deporte, como los olímpicos Eduardo Álvarez, Sergio Álvarez o Manuel Fernandez. En el panorama internacional destacan jinetes como el francés Julien Epaillard, el irlandés Denis Lynch o la sueca Antonia Andersson.
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Origen del salto de obstáculos
El origen de esta disciplina ecuestre se remonta a la segunda mitad del siglo XVIII y deriva de la caza a caballo campo a través. En esta actividad cinegética los cazadores debían saltar todo tipo de obstáculos, para lo cual elegían caballos veloces y potentes.
Como disciplina ecuestre el salto comenzó en Irlanda. Durante la primera mitad del siglo XIX se realizaban recorridos en campo abierto, lo que hacía difícil para el público seguir las competiciones. Para solventar este problema se decidió organizar torneos en recintos cerrados a los que denominaron “lepping”. El primero de ellos se celebró en Irlanda en 1865.
En pocos años estos torneos ganaron popularidad y en 1900 el salto de obstáculos se estrenó en los Juegos Olímpicos de París, aunque el título de disciplina olímpica no llegaría hasta doce años después.
En su primera etapa la técnica de salto era muy rudimentaria y fue con la llegada de Federico Caprilli, militar italiano considerado padre de la equitación moderna, que esta disciplina evolucionó hasta lo que es hoy en día.
Cabalgando en suspensión, acompañando los movimientos del caballo y realizando modificaciones en los estribos y la silla, se logró elevar la altura del salto hasta obtener el récord mundial en 1902 con una altura de 2,08 metros.
El salto en las competiciones
Las competiciones de salto se basan en un recorrido donde los caballos deben superar diferentes obstáculos siguiendo un diferente baremo en función del tipo de concurso. La altura de estos obstáculos oscila entre 1,10 y 1,60 metros y gana el jinete con menos penalizaciones, más rápido o que sume más puntos dependiendo del tipo de competición.
Dentro de esta disciplina existen diferentes competiciones en las que pueden participar jinetes de forma individual o por equipos. El valor de las penalizaciones cambia en función del torneo, pero en todos existen las mismas. La más obvia es el derribo (o pisar dentro de los límites en los saltos horizontales), pero también existen otras penalizaciones como desobediencias, rehúses, caídas, errores en el recorrido o ayudas externas.
La Real Federación Hípica Española publica cada año un reglamento donde se estipulan todas las normas de esta disciplina. Dicho reglamento establece las características y detalles de las competiciones y de las pistas, el valor de las penalizaciones y la edad mínima de los caballos participantes, que no puede ser inferior a cuatro años.
A nivel nacional y en función de la cuantía de los premios las competiciones de salto se califican por estrellas -de 1 a 5-.Por su parte, a nivel internacional la disciplina de salto está regida por la Federación Ecuestre Internacional (FEI) y existen varias clasificaciones. Los concursos de salto internacionales (CSI) pueden organizarse también por estrellas, con premios que oscilan entre los 50.000 y los 500.000 francos suizos.
¿Qué es la longitud del tranco?
Los jinetes que ejecutan la disciplina de salto se centran mucho en los trancos que realizan sus caballos con el objetivo de llegar a los obstáculos en buena posición y con garantías de no hacer ningún derribo. Además, en esta disciplina también es fundamental un correcto equilibrio, un nivel de impulsión y ritmo adecuados y que el jinete realice todas las maniobras de forma fluida para no entorpecer al caballo durante el salto.
Cuando nos iniciamos en la disciplina de salto existe una preocupación común a todos los jinetes: la longitud del tranco. Este concepto es fundamental porque en función de la distancia a la que el caballo inicie el salto llegará mejor o peor al obstáculo.
Muchas veces la irregularidad en el tranco está generada por los nervios del propio jinete al dudar sobre la distancia idónea para comenzar el salto. En este sentido los niños son más espontáneos dejando que sea el caballo el que resuelva el problema.
Por el contrario los adultos tendemos a ejercer un mayor control sobre la acción del caballo, obligándole a realizar los saltos de manera más tensa y no permitiendo que el animal “fluya” en el momento del salto.
Un jinete que consiga armonía con su caballo logrará saltar con maestría y elegancia, evitando los riesgos que asumen los jinetes menos experimentados, que tienen que corregir durante el recorrido y cambiar el equilibrio confundiendo al caballoe impidiendo que el animal “llegue bien” al salto.
La interpretación correcta del salto, con una adecuada colocación de las patas anteriores y una buena realización de los trancos supone un perfeccionamiento de nuestra técnica de equitación y un desarrollo más elegante de la disciplina del salto.
El tranco lo determina el caballo
Cada caballo tiene su propia longitud del tranco, que viene determinada por el tamaño y raza de cada ejemplar. Lo habitual son trancos entre 3,60 y 3,75 metros, aunque hay caballos que excepcionalmente pueden aproximarse a los cuatro metros.
Saber cual es el tranco medio de nuestro caballo es esencial en la disciplina de salto y para averiguarlo podemos alargar la zancada y medir la distancia entre las huellas que dejan las manos.
De esta forma podemos determinar si nuestro caballo debe acortar el paso o alargarlo entre obstáculos, que suelen colocarse a 11 metros de distancia, por lo que con tan sólo tres trancos debemos recorrer la distancia existente entre la recepción del obstáculo anterior y la batida del siguiente.
Variaciones en el tranco
Conocida la longitud del tranco de nuestro caballo analizaremos otros aspectos como la parábola a realizar antes del salto. Si llegamos cerca del obstáculo la parábola tendrá un gran punto de salida, lo que nos obligará a realizar los trancos siguientes más cortos.
Para la corrección del tranco debemos tener en cuenta la pendiente de la pista, ya que los caballos tienden a aumentar el tranco en pendientes descendentes. La orientación del obstáculo, si es a favor o en contra de la querencia, o el tipo de firme, ya que los suelos de hierba suelen favorecer un tranco mayor, así como la compactación o humedad del suelo.
Por otro lado, el tipo de herraje también influye sobre la longitud del tranco en función de si está más o menos entalonado.
Cómo corregir sobre la montura
Para saltar con tranquilidad los trancos deben lograr buenas distancias, dándonos confianza sobre la zona donde se va a producir la batida pero sin buscarla expresamente, ya que confundiremos al caballo. Una buena colocación favorece un recorrido armonioso y un caballo confiado.
Lo importante para lograr un buen salto es centrarnos en cómo se llega al punto de impulsión, con especial atención al equilibrio del jinete y al control del animal, manteniendo siempre un ritmo adecuado de galope para ejecutar el salto. Con ello evitaremos más fácilmente el derribo.
No respetar los cuatro principios básicos del salto (impulsión, equilibrio, control y ritmo) nos lleva a “llegar mal” al salto. El secreto de ejecutar un buen salto está en regular el tranco, realizando una pequeña intervención en los aspectos en los que el jinete puede actuar pero de manera ligera y sin que sea claramente percibida por el caballo.
Este mayor control puede ocasionar un poco de rigidez en nuestra equitación, debiendo ser corregido con el tiempo para que se ejecute de manera intuitiva. El mejor saltador es el que observa cómo vienen los trancos y corrige en consecuencia. Monta como si no existieran los trancos, pero los tiene sutilmente en cuenta.
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Muy buen articulo, gracias.