En Nueva Zelanda pequeños grupos de caballos salvajes habitan las montañas sagradas Kaimanawa, situadas en el centro de la Isla Norte. Estos caballos comenzaron a aparecer a finales del siglo XIX y actualmente están protegidos por Naciones Unidas y la FAO por su interés genético y gozan de especial protección por parte del gobierno y los ciudadanos de Nueva Zelanda.
Cuando hablamos de caballos salvajes todos pensamos rápidamente en los Mustang de las llanuras norteamericanas y es posible que los aficionados más entendidos también puedan citar a los “Brumbies” australianos y a los caballos salvajes del africano desierto del Namib. ¿Pero qué pasa con los caballos salvajes de Nueva Zelanda?
Para comenzar hay que apuntar que como herencia británica Nueva Zelanda es una de las potencias mundiales en el mundo del caballo y de la equitación, una faceta que resulta muy desconocida de esta isla de Oceanía.
Pero lo que todavía es más desconocido para el gran público es que en las montañas de Kaimanawa, una cadena montañosa situada en el centro de la Isla Norte, existe desde el siglo XIX una población de caballos salvajes que es “sagrada” para los neozelandeses.
Cómo llegaron los caballos a Nueva Zelanda
Nueva Zelanda, que en idioma “maorí” recibe el nombre de “Aotearoa” (tierra de la nube blanca), es un país insular que forma parte de Oceanía y que territorialmente está conformado por dos grandes islas: Isla Norte e Isla Sur.
Hay que anotar que los caballos no son animales autóctonos de Nueva Zelanda, a donde llegaron de la mano de los colonizadores británicos en 1814, dado que este país fue uno de los territorios que más tarde fueron poblados por los ingleses. En este sentido hay que anotar que el capitán Cook llegó y exploró Nueva Zelanda por primera vez en 1769.
Los primeros ejemplares de caballos asilvestrados fueron detectados alrededor de 1876. Seguramente se trataba de ejemplares que habían escapado de las muchas granjas de ovejas que existían en el país o que tenían un pasado militar, dado que entre 1801 y 1840 las tropas británicas libraron una cruenta guerra contra las tribus maoríes contrarias a la colonización.
Alrededor de 1979 la población de caballos salvajes de las montañas Kaimanawa se había reducido drásticamente por la presión humana sobre el territorio, lo que obligó a que el gobierno de Nueva Zelanda aplicara medidas de especial protección a partir de 1981, que han conseguido que el número de ejemplares se haya mantenido estable a partir de esa fecha.
Por otro lado, su inclusión en la lista de poblaciones animales de especial valor genético por parte de la FAO, donde también figuran los Mustang o los ponis New Forest y Chincoteague, ha conseguido que el futuro de los caballos salvajes de las montaña de Kaimanawa esté asegurado y que el gobierno de Nueva Zelanda esté obligado a velar por su bienestar.
Cómo son los caballos de las montañas Kaimanawa
Para los maoríes las montañas Kaimanawa (“mi aliento es mi comida”) eran y continúan siendo un lugar sagrado, y hacia esa zona se dirigieron los caballos asilvestrados que hoy cumplen un papel fundamental en el control y supervivencia de la masa forestal y vegetal que ocupa esa área.
Por otro lado, está documentado que entre 1858 y 1875 el comandante británico George Gwavas importó desde Gran Bretaña ponis Exmoor con el fin de cruzarlos con ejemplares de caballos locales, un cruce que dio lugar al Carylon Pony y que más tarde provocó la aparición de los Comet tras su hibridación con ejemplares Kinarth Caesar, ejemplares todos ellos que también acabaron enriqueciendo la sangre de los rebaños salvajes de Kaimanawa.
Desde 1981 estos caballos salvajes gozan de la misma protección de especies tan emblemáticas como los kiwis y otras especies endémicas de Nueva Zelanda, creándose un espacio protegido en el área ocupada hasta ese momento por el campamento militar de Waiouru.
En estos momentos los caballos de las montañas Kaimanawa presentan una gran diversidad genética, que se traduce en multitud de tamaños y pelajes, y muestran una excepcional adaptación al terreno y unos cuerpos musculosos con pecho ancho, espalda corta, extremidades largas, cuello corto y hombros rectos.
Una de las curiosidades de estos caballos es que las pezuñas de sus patas traseras son más pequeñas que las de las patas delanteras y que por otra parte no existe la presión de depredadores naturales, inexistentes en NZ, ni la presencia de condiciones climáticas especialmente duras, como las que sufren los caballos salvajes australianos y africanos.
Actualmente, los caballos salvajes que habitan en las montañas sagradas de Kaimanawa disfrutan de una superficie de aproximadamente 64.000 hectáreas y la población se mantiene en un volumen de aproximadamente 300 ejemplares con el fin de proteger su hábitat y la forma de gestionar el número de ejemplares es a través de la adopción por parte de ciudadanos neozelandeses de los caballos excedentes.
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