Se equivocan quienes piensen que los microcoches son un invento actual. Al final de la Segunda Guerra Mundial los primeros “coches burbuja” de Messerschmitt inauguraron un segmento que fue ganando importancia en la década de los años cincuenta y sesenta. Se trataba de vehículos de tres ruedas con capacidad para dos personas y con unos costes de compra y mantenimiento muy reducidos.
Creemos que los microcoches son una solución de movilidad actual, pero lo cierto es que en el pasado las sucesivas recesiones económicas y crisis energéticas hicieron posible la aparición de vehículos pequeños, baratos y de bajo consumo.
Los llamados “coches burbuja”, como los bautizó la prensa de la época, se popularizaron en Europa tras la Segunda Guerra Mundial y los primeros fueron los Messerschmitt KR175 y KR200. El fabricante alemán cambió aviones por microcoches y a sus vehículos se entraba por el techo como si se tratara de un caza “stuka”.
Esta cubierta retráctil situada en el techo fue copiada posteriormente por FMR en su modelo TG500. El problema de estos “coches burbuja” es que acumulaban mucho calor en su reducido espacio habitable. A cambio podían alcanzar velocidades de 105 km/h con un consumo de apenas tres litros cada 100 kilómetros.
La aventura de Messerschmitt fue seguida por Heinkel, otro fabricante alemán de aviones, que comercializó el Heinkel Kabine, e incluso BMW acabó comprando la firma italiana Iso, fabricante del Isetta, uno de los microcoches más legendarios y conocidos de la historia de la automoción.
Y queda para la curiosidad histórica el P50 construido entre 1962 y 1965 por la firma británica Peel Engineering. Construido en la isla de Man este diminuto vehículo consta como el automóvil más pequeño de la historia.
Isetta
A comienzos de los cincuenta Iso Rivolta y los ingenieros Ermenegildo Preti y Pierluigio Raggi, diseñaron el microcoche de tres ruedas Isetta que estaba equipado con el motor de un escúter.
El Isetta fue presentado en el Salón de Turín de 1953. Sus dimensiones eran 2,29 metros de longitud y 1,37 metros de ancho y su forma de huevo y su amplia superficie acristalada se convirtió en un sello de identidad.
Al Isetta se accedía a través de un portón situado en la parte delantera, de forma que conductor y acompañante podían ocupar sus asientos fácilmente. Estaba equipado con un motor de 9,5 CV, caja de cambios de cuatro velocidades y marcha atrás e incluía techo retráctil y opcionalmente calefacción. Su consumo era de 4 litros/100 km y podía alcanzar los 50 km/h.
Posteriormente, el BMW Isetta 250 aparecería en abril de 1955 aportando las mayores prestaciones de su nuevo motor de 13 CV. Ya en 1956 el BMW Isetta 300 cambiaría las ventanas laterales fijas por otras correderas y la velocidad subió hasta los 85 km/h.
Messerschmitt KR200
Este microcoche destacó por su innovador diseño y por su excelente comportamiento en carretera. También conocido en alemán como “Kabinenroller” (escúter con cabina), este “coche burbuja” fue diseñado por el ingeniero aeronáutico Fritz Fend y producido entre 1955 y 1964.
Este microcoche se vendía por unos 2.500 marcos alemanes de la época y del mismo se comercializaron 12.000 unidades durante el primer año. Equipaba un motor de 10 CV y podía alcanzar los 90 km/h.
Heinkel Kabine
El Heinkel Kabine es uno de los microcoches más icónicos de la década de 1950. Diseñado por Heinkel, un fabricante alemán de aviones, el Kabine fue producido desde 1956 hasta 1958, y es conocido por ser el primer “coche burbuja” que incluía un cambio con marcha atrás.
El Heinkel Kabine se asemeja a una pequeña cabina de avión, con una cabina cerrada que se accede a través de una puerta frontal. Su motor de 4 tiempos refrigerado por aire de un cilindro y 174 cc producía solo 9 caballos de fuerza, pero era lo suficientemente potente como para llevar al vehículo a velocidades de hasta 85 km/h.
El Kabine también contaba con un chasis de acero, frenos de tambor, suspensión independiente y neumáticos de 8 pulgadas. Además, su diseño aerodinámico y compacto lo hacía fácil de aparcar y maniobrar en espacios reducidos.
Aunque el Heinkel Kabine se fabricó por un período relativamente corto, su diseño innovador y su eficiencia en el consumo de combustible lo convirtieron en una opción popular para aquellos que buscaban un vehículo económico y sostenible. En la actualidad, el Heinkel Kabine es una pieza de museo y un objeto de colección popular entre los aficionados a los vehículos clásicos.
Fuldamobil
Entre 1950 y 1959 la firma alemana Fulda, especializada en la fabricación de generadores de energía eléctrica, también decidió entrar en el mercado de los microcoches. El diseño de estos vehículos corrió a cargo del periodista Norbert Stevenson, que le vendió la idea a Karl Schmitt, propietario de Fulda.
El Fundamobil se fabricó bajo licencia en distintos países y con distintos nombres: Chile (Nobel), Argentina (Bambi), Países Bajos (Bambino) o en India (Hans Vahaar).
Peel P50
En la isla de Man llueve un gran número de días al año y esta fue la razón de que Peel Engineering decidiera desarrollar un microcoche cuya principal virtud era proteger de la lluvia a sus ocupantes.
Este “coche burbuja” estuvo en fabricación entre 1962 y 1965 y su precio era de 199 libras esterlinas. Tenía una longitud de 1.372 mm, pesaba 59 kg, menos que un ciclomotor, utilizaba un motor DKW de 49 cc y podía alcanzar una velocidad máxima de 61 km/h.
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