Es frecuente que en su día a día los caballos puedan producir lesiones cutáneas y heridas que siempre es conveniente tratar para evitar que puedan llegar a infectarse. Lo primero será limpiar y valorar el alcance de la herida con el objetivo de acudir al veterinario o de practicar nosotros mismos las curas en aquellos casos que la lesión no revista gravedad. Aprenda con nosotros cómo es el tratamiento.
En las salidas al campo o en el día a día es frecuente que los caballos puedan sufrir lesiones cutáneas y heridas que es conveniente cuidar y proteger para evitar que puedan llegar a infectarse y que los insectos puedan tener acceso a ellas.
Por regla general las extremidades suelen ser las zonas más expuestas y en cualquier caso una rápida intervención será suficiente a la hora de favorecer una pronta cicatrización y reducir la entrada de gérmenes y el riesgo de infección.
En función de cual sea la gravedad de la herida o lesión habrá que valorar la intervención de un veterinario, aunque por experiencia en el mayor número de ocasiones son los propios jinetes y propietarios los que con unos pequeños conocimientos pueden subsanar el problema fácilmente.
En estos casos hay que tener en cuenta que la labor de prevención es muy importante y por ello siempre deberemos comprobar que en las cuadras y boxes no existen elementos punzantes o cortantes que puedan resultar peligrosos para los caballos.
Por otro lado, también es fundamental no subestimar la importancia de una herida o lesión y actuar sin negligencias con el fin de impedir que el problema pueda agravarse.
Tipos de heridas
Para valorar la importancia de una herida lo primero que debemos definir es el tipo de lesión (incisiva, punzante, laceración o avulsión) y su gravedad. Las heridas incisivas suelen estar producidas por objetos cortantes, presentan abundante sangrado y en ellas los bordes están limpios y definidos. En estos casos la primera actuación será detener la posible hemorragia.
¿Cómo? Podemos hacerlo ejerciendo una acción compresiva sobre la zona afectada o mediante duchas con agua a temperatura ambiente. La acción de la temperatura conseguirá una contracción de los vasos sanguíneos afectados disminuyendo con ello el flujo de sangre. Si la hemorragia no se detiene o comprobamos que la herida es grave deberemos acudir al veterinario para que establezca un tratamiento adecuado.
Por su parte, las laceraciones son heridas producidas por desgarro. Cuando el desgarro produce el arrancamiento de piel y tejido subyacente estamos ante una avulsión. Finalmente, en el caso de heridas punzantes la gravedad de las mismas depende de su profundidad y de los daños que puedan haberse producido en nervios y vasos sanguíneos.
Cómo tratar las heridas
Si nuestro caballo presenta una herida lo primero es realizar una inspección ocular de la misma con el objetivo de valorar su alcance, comprobar si han resultado afectados vasos sanguíneos, tejidos, músculos, etc, y advertir la presencia de cuerpos extraños.
Es fundamental la limpieza de este tipo de lesiones para impedir infecciones y en estos casos siempre es conveniente rasurar el pelo de la zona afectada con el fin de facilitar las curas e impedir la proliferación de suciedad, patógenos, etc.
Si en la inspección ocular observamos que la herida revista cierta gravedad o requiere de sutura o grapas, deberemos acudir al especialista. En estos casos hay que tener en cuenta que tan solo los veterinarios están autorizados a utilizar productos que contengan antibióticos.
Por el contrario, en lesiones o heridas leves que podemos tratar nosotros mismos procederemos a la limpieza y desinfección de la zona y a la posterior aplicación de productos que favorezcan la cicatrización.
Es importante tener en cuenta que los productos utilizados en la desinfección no deben actuar de forma negativa sobre los tejidos, de ahí que la aplicación de alcohol, agua oxigenada y similares no sea aconsejable sobre heridas, dado que dañan los tejidos internos y retardan la curación.
Para evitar que las moscas tengan contacto con la herida cubriremos la misma con aluminio micronizado o cuando sea posible aplicaremos un vendaje protector. El aluminio tiene propiedades antimicrobianas y facilita la cicatrización.
En el caso de rozaduras y abrasiones de la piel son muy útiles las cremas que brindan protección cutánea favoreciendo la hidratación de la piel en la zona afectada.
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