De no haber sido castrado Royal Gait probablemente no habría pasado a la historia de las carreras de caballos, pero tan sólo dos temporadas -1987 y 1988- fueron suficientes para convertirlo en el mejor fondista español de todos los tiempos y en uno de los mejores a nivel europeo, ganando incluso la Gold Cup de Ascot, una prueba en la que finalmente sería descalificado con polémica.
Los aficionados más jóvenes seguramente nunca hayan oído hablar de un caballo de color castaño llamado Royal Gait, un purasangre enrollado en la Cuadra Pereira que entrenado primero por Gerardo Villarta y después por Miguel Alonso, corrió con éxito en España en carreras de largo recorrido, cosechando un total de siete victorias.
Además, en los años ochenta Royal Gait se convirtió en uno de los mejores fondistas de Europa y sobre todo de Gran Bretaña, un país este último donde dejó un gran recuerdo tras ganar la prestigiosa Gold Cup de Ascot, un galardón que finalmente no le sería entregado por una más que polémica descalificación.
Compitiendo en carreras de tres o cuatro kilómetros de distancia, el gran secreto de Royal Gait radicaba en que en los tramos finales era capaz de rematar las pruebas realizando un sprint propio de competiciones de 2.000 metros.
Un caballo demasiado revoltoso
Nacido en abril de 1983 en Gran Bretaña, antes de ser castrado Royal Gait apenas había conseguido en nuestro país un mediocre palmarés, aunque tras su castración las cosas cambiaron radicalmente. De esta forma en el periodo entre los cuatro y los diez años Royal Gait fue el caballo entrenado en España que más reconocimiento ha tenido en Europa.
En sus primeros años en la Cuadra Pereira, a donde llegó a cambio de 5.500 guineas, el carácter revoltoso de Royal Gait hizo que fuera un caballo bastante indisciplinado y muy difícil de entrenar, razón por la cual sus resultados en pista resultaron insatisfactorios para sus propietarios.
Lo que nadie pudo prever es que una vez castrado Royal Gait fuera a sacar todo su potencial ganador, unas facultades físicas que le permitieron imponerse en algunas de las carreras más importantes que se disputaron en Francia y Gran Bretaña a lo largo de las temporadas 1987 y 1988.
Renombre internacional
En el parisino hipódromo de Longchamp y sobre la distancia de 4.000 metros, en mayo de 1987 Royal Gait se impuso con solvencia en el Prix du Cadran, para posteriormente hacer dos segundos puestos en el Gran Premio de San Sebastián y en el Prix Gladiateur, respectivamente.
Ese mismo año en la temporada de otoño Royal Gait regresó de nuevo a las pistas de Longchamp, para imponerse con facilidad en el internacional Prix Royal Oak a caballos llegados desde todos los puntos cardinales del continente europeo.
Por su parte, en abril de 1988 Royal Gait se impondría en el Prix de Barbeville a grandes caballos de su época como “Satco” y “Yaka”, competidores a los que también ganaría unas semanas más tarde en el Prix Vicomtesse Vigier.
En junio de 1988 y sobre la distancia de dos millas y media Royal Gait fue primero en la meta de la Gold Cup de Ascot consiguiendo un tiempo récord de 4:15.67, aunque un choque en el transcurso de la carrera con “El Conquistador”, otro caballo español, acabaría con la más que polémica descalificación de Royal Gait por parte de los jueces de la carrera.
Murió con las “botas puestas”
Antes de comenzar la temporada de 1990 Royal Gait fue vendido a la familia Maktoum, aunque su paso por las prestigiosas instalaciones de Newmarket fue efímero tras perderse por lesión las temporadas de 1990 y 1991.
Con siete años y con más de tres temporadas fuera de las pistas, Royal Gait acabó en los establos de James Fanshawe donde fue entrenado y preparado para que pudiera competir en las carreteras de National Hunt (salto de obstáculos).
En estaespecialidad Royal Gait destacaba por ser el caballo más veterano y más inexperto, circunstancias que no impidieron que en el hipódromo de Cheltenham se impusiera en el Champion Hurdle de 1992.
Ese mismo año, a finales de diciembre, Royal Gait moriría con las “botas puestas” en la pista del hipódromo de Leopardstown, al sufrir una rotura de aorta segundos después de haber cruzado la línea de meta.
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