Santana Cazorla 3.5, el todoterreno que desafió a Land Rover

Santana Cazorla

En 1982 la empresa jienense Santana Motor presentaba su nuevo todoterreno Land Rover Cazorla. Se trataba de una evolución de la anterior Serie 109 Especial y sus diseñadores lo habían concebido como un 4×4 de trabajo, con capacidad para nueve plazas y dotado de dos depósitos de combustible que podían ser seleccionados por el conductor.

El volumen total de almacenamiento de gasóleo era de 95 litros (50+45), lo que hacía de este todoterreno un vehículo con un gran rango de autonomía en áreas rurales alejadas de los puntos de aprovisionamiento de combustible.

Durante la etapa durante la cuál  Santana Motor y la británica Land Rover mantuvieron una estrecha colaboración, el gran esfuerzo de la compañía española fue adaptar los productos «made in England» a la normativa española y a las necesidades y gustos de los clientes de nuestro país, lo que en parte explica que rompiendo con la disciplina británica el Cazorla dispusiera de faros delanteros cuadrados y un techo de fibra de vidrio.

Por cierto, para poder utilizar comercialmente el nombre de «Santana» en sus modelos, fue necesario contar antes con el OK de Seat que en aquel momento fabricaba los VW Santana.

Santana Cazorla

Hasta ese momento Santana Motor siempre había utilizado en todos sus vehículos ópticas delanteras de geometría redonda, pero en esta ocasión el Cazorla se distinguía del resto de «familiares» por incorporar faros cuadrados y una carrocería que combinaba el aluminio con la fibra de vidrio (en el techo), lo que en báscula daba una tara de dos toneladas y permitía dotar al vehículo de aperturas superiores para facilitar la aireación interior del habitáculo.

La longitud total del Land Rover Cazorla era de 4,61 metros con una distancia entre ejes de 2.768 mm, una anchura de 1.676 mm, una altura de la carrocería de 1.815 mm y una altura libre al suelo de 22 centímetros.

En su interior las nueve plazas disfrutaban de un confort muy justo, puesto que en invierno la calefacción mediante ventilador y dos tubos conectados con el motor apenas llevaba calor a las plazas colocadas en posición más trasera, mientras que en verano las trampillas superiores eran la única forma de sobrevivir a los calores estivales.

Sin entrar en el equipamiento espartano del Land Rover Cazorla (una seña de identidad que compartían todos los productos de Santana Motor), lo cierto es que el gran problema de este 4×4 siempre fue su abultado consumo de 20 litros/100 km. Aunque con una conducción prudente y un buen mantenimiento algunos propietarios presumían de reducir el gasto a 15 litros/100 km.

Para no alejarse mecánicamente de su progenitor (109 Especial) el Land Rover Cazorla mantenía la tracción integral conectable, los frenos de tambor en ambos ejes y las suspensiones de ballestas, componentes a los que se sumó la dirección asistida y un mejorado motor diésel atmosférico de seis cilindros en línea, inyección indirecta, 3,5 litros de cilindrada (3.429 cc) y una potencia de 94 CV (70 kW) a 4.000 rpm, un bloque que en ningún momento se llegó a utilizar en los Land Rover fabricados en Gran Bretaña.

Por su parte, la caja de cambios manual LT85 de cuatro relaciones -compartida con Land Rover British- equipaba un «dispositivo overdrive» que permitía duplicar las relaciones cuando se circulaba con desarrollos más largos y con ello alcanzar en carretera una velocidad de 120 km/h.

Esta caja incluía reductora y mecanismo para conectar y desconectar el tren delantero, lo que en carretera permitía circular en configuración 4×2.

Por su parte, en Gran Bretaña el primo inglés del Santana Cazorla, el Land Rover 110 2.5D, se distinguía por mantener los faros redondos y por equipar una tracción 4×4 permanente y un sistema de suspensión de muelles, una fórmula que admitía menos carga que la solución de ballestas del Land Rover Cazorla.

Land Rover 110 2.5D

Tras la salida de Land Rover de Santana en 1983, la firma española continuaría produciendo el Land Rover 2.5D. Por otro lado, la mecánica 2.5D era menos potente y fiable que el 3.5 del Santana Cazorla, pero a cambio presentaba un nivel de consumo más reducido.

En la versión española detalles de interés eran el par motor de 207 Nm (21,1 mkg) a 1.800 rpm, un ángulo de ataque del 58% y un ángulo de salida del 34%, con una profundidad de vadeo de 80 centímetros.

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