Un propietario poco experimentado puede alarmarse al observar que su caballo presenta una inflamación anormal en una sus patas, sin saber que puede tratarse de una simple exostosis o “sobrehueso”, una patología que suele no ser importante pero que necesita ser tratada con rapidez para impedir que pueda convertirse en un problema de carácter crónico.
Los veterinarios equinos y los jinetes experimentados saben bien qué es un “sobrehueso” y saben medir su importancia. El problema surge cuando el propietario no cuenta con suficiente experiencia y observa cómo su caballo sufre una extraña inflamación en una de sus patas. Ese abultamiento seguramente será un “sobrehueso”, algo que en el mundo veterinario recibe el nombre de exostosis.
Esta patología ósea suele ser más frecuente en caballos jóvenes, entre 2 y 4 años, que están sometidos a entrenamiento intensivo, lo que no significa que no pueda aparecer a cualquier edad.
Qué es el “sobrehueso”
El “sobrehueso” se define como un crecimiento óseo de carácter benigno que puede producirse en cualquiera de las extremidades, aunque suele aparecer con mayor frecuencia en las delanteras coincidiendo con las extremidades que soportan más peso.
En sus orígenes los caballos presentaban cinco dedos al final de sus patas, dos de los cuales, el externo y el interno, acabaron desapareciendo. De esta forma cada “caña” está formada por tres huesos, que se denominan metacarpianos (patas delanteras) o metatarsianos (patas traseras).
De estos huesos uno tiene mayor tamaño y los dos restantes son más pequeños y reciben el nombre de huesos rudimentarios o “splints”. En el caso de los “splints” delanteros se puede apreciar una mayor superficie articular.
El “sobrehueso” surge cuando por diversas causas, principalmente lesiones o fracturas, los huesos rudimentarios aumentan de tamaño provocando la inflamación de la zona afectada. En caballos jóvenes la exostosis suele producirse al comienzo de los entrenamientos.
A cualquier edad la aparición del “sobrehueso” también tiene que ver con un mal cuidado de los cascos, una alimentación inadecuada o algún problema anatómico que hace que el animal no pise bien provocando un sobreesfuerzo en la extremidad afectada.
Cuáles son los síntomas
Aunque pueda parecer sorprendente el “sobrehueso” no tiene porqué ser causa de dolor y cojera en los caballos, aunque dependiendo de su intensidad es en entrenamientos al trote cuándo esta patología puede apreciarse mejor, porque en la extremidad afectada el caballo probablemente muestre algún signo de cojera.
Al tacto en los casos más agudos podemos percibir fácilmente calor e inflamación y es posible que el animal sienta dolor a la palpación. En cualquier caso es necesario citarse con el veterinario para que sea el especialista el que mediante radiografía confirme la exostosis, su extensión, localización, razón y, finalmente, su tratamiento.
Aunque no se trata de una patología que deba preocuparnos más de lo necesario, sí que debe ser tratada de forma urgente para evitar que se produzca un proceso de osificación que pueda impedir su desaparición convirtiéndola en una patología de tipo crónico.
Es importante advertir que algunos “sobrehuesos” pueden no ser fácilmente detectables, incluso con radiografías, por lo que se hace necesario aplicar técnicas de ecografía para su detección.
Qué tratamiento hay que aplicar
Es el especialista veterinario el responsable de diagnosticar la mayor o menor importancia del “sobrehueso” y en función de ello establecer el tratamiento, que de forma general pasa por la aplicación de antiinflamatorios y reposo. La cirugía suele quedar reservada a los casos crónicos.
También son muy útiles las técnicas de hidroterapia, la aplicación de vendajes compresivos y las compresas de hielo, pero todo ello siempre bajo la supervisión de expertos en la materia, dado que cuando se trata de problemas óseos un tratamiento mal aplicado puede llegar a ser perjudicial.
Otra técnica muy empleada son las denominadas “ondas de choque”, un método no invasivo que basado en los ultrasonidos proporciona un efecto analgésico y una reducción del proceso inflamatorio. Aunque para los veterinarios lo fundamental en estos casos es que el caballo mantenga un periodo de reposo de entre 30 y 45 días, dependiendo de su evolución con el fin de que los huesos afectados vean reducido su nivel de estrés.
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