Así se convirtió Tarzán en el perro más famoso de Aspe en los 60

El “Hachiko” de Aspe se ganó el cariño de los alicantinos aquellos años en los que estuvo presente en todas las ceremonias de bodas y comuniones… pero también en los funerales acompañando a las familias de los difuntos. El periodista Carlos Torres ha recordado en redes la entrañable historia del perro Tarzán.

Tarzán el perro famoso de Alicante en los 60

La merecida y cada vez más creciente viralidad de más y más perros que se hacen famosos por sus hazañas o comportamientos heroicos y meritorios suma una nueva historia memorable, esta vez con Tarzán como su protagonista. Hablamos del que posiblemente fuera el perro más querido y famoso de Alicante en los años 60, y al que seis décadas más tarde se le ha dado a conocer en redes sociales por el periodista Carlos Torres, que ha recordado su “humilde” y entrañable historia.

Como veis, hasta un pequeño documental tiene dedicado este perro adorado por los habitantes de Aspe. Este municipio de interior de la provincia alicantina en el que por aquella época no se perdía ceremonia religiosa alguna, ya fuera boda, bautizo o comunión donde acompañaba a los presentes protagonistas e invitados del evento. Pero no sólo estaba en las buenas… también en las malas, por lo que también se dejaba ver en funerales y actos de despedida de difuntos, en los que consolaba y acompañaba a los familiares.

Tarzán era el perro de todos y del pueblo. Tanto llegaron a venerar a este cánido de la raza española Pachón Navarro que incluso tiene dedicado un parque que lleva su nombre, además de una estatua que recuerda su figura.

¿Pero por qué y cómo Tarzán se convirtió en el perro más querido y conocido de Aspe? Es precisamente en el lugar próximo al río Tarafa, en el que se sitúa su parque, donde se inicia la historia de este protagonista en plenos años de posguerra española. Allí fue rescatado siendo tan sólo un cachorro por varios niños tras haber sido arrojado para ser sacrificado junto a su camada.

Siendo el único que pudo sobrevivir gracias a sus rescatadores, no fue aceptado sin embargo por los los padres de estos. Los jóvenes optaron entonces por dejarle en una caja de cartón debajo de un árbol situado justo al lado de la Basílica del Socorro. Allí cuidarían y alimentarían cada día al pequeño perro al que terminarían bautizando como Tarzán, como guiño a la película recién estrenada por aquel entonces Tarzán en Nueva York.

No fue un camino de rosas. Los niños llegaron a recogerlo de la perrera alguna vez para evitar un posible sacrificio e insistieron por todo el vecindario para lograr una recolecta que posibilitara sus vacunas y las chapas identificativas.

Con ello lograron que el animal alcanzara su edad adulta, en la que se convirtió en un imprescindible de la Basílica y esta en un hogar para él. Puede que no durmiera allí, pero el resto del día su presencia era fácil de encontrar en el interior de sus muros. Su comportamiento tranquilo y su carácter social y pacífico no fueron molestia para nadie y a las misas le siguieron las bodas. Tarzán es, de hecho, secundario de lujo en muchas fotos de novios recién casados saliendo del templo en aquellos años. Tampoco faltó su compañía en entierros y velatorios.

Sumamente protector con los pequeños que jugaban por el pueblo, su figura como perro del pueblo fue creciendo tanto que incluso figuras como el tenor Alfredo Kraus solicitaron que tuviera una estatua en su auditorio, donde actualmente se encuentra.

Su fallecimiento sigue siendo un misterio para Aspe, que le despidió con un sentido funeral y todavía hoy en día sigue recordando su memoria.

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Perfil del autor

Periodista | Comunicación corporativa y Marketing Digital en TERRÁNEA

Jesús Rengel Ortiz

Periodista | Comunicación corporativa y Marketing Digital en TERRÁNEA

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