La transición energética preocupa y mucho a los transportistas, porque la alternativa eléctrica es por el momento demasiado cara y presenta muchos problemas de implantación. Por esta razón la Unión Europea está comenzando a pensar que los biocombustibles pueden ser la solución que permita una descarbonización sostenible, eficiente y rentable.
Dada la lentitud con la que avanza la implantación de la electromovilidad y que el hidrógeno es por el momento una alternativa energética pensada para la próxima década, las autoridades de la Unión Europea comienzan a vislumbrar los biocombustibles como la fórmula que permitirá cumplir con los objetivos de descarbonización previstos para 2050.
En el caso concreto del transporte por carretera los operadores de mercancías y viajeros ven con buenos ojos esta posibilidad, ya que el uso de biocombustibles no lleva aparejada una obligatoria renovación de flotas y, por otra parte, tampoco hace necesaria ninguna inversión para la adecuación de los motores diésel de sus camiones y autobuses.
En la actualidad el diésel que utilizan los vehículos de transporte ya lleva en su composición un 14% de biocombustibles, sin que ello suponga una pérdida de eficiencia energética y de prestaciones, por lo que cabe pensar que este porcentaje podrá ir incrementándose paulatinamente hasta sustituir en su totalidad al gasoil.
Los biocombustibles están considerados como una energía renovable y sostenible, ya que el CO2 liberado durante su utilización es igual al CO2 que ha sido retirado previamente de la atmósfera, lo que les convierte en combustibles con calificación de cero emisiones netas.
Por otro lado, estos biocombustibles se consiguen a través de la transformación de la biomasa de origen vegetal o animal, lo que en función de su procedencia se pueden clasificar en diferentes categorías:
- Biocombustibles de primera generación (bioetanol y biodiésel). Son los obtenidos a partir de cultivos agrícolas y cumplen con los criterios de sostenibilidad y de reducción de huella de carbono establecidos por la Directiva Europea de Energías Renovables.
- Biocombustibles de segunda generación (biogás y biometano). Son los procedentes de la transformación de los residuos urbanos, de las industrias agroalimentarias y forestales y de aceites de cocina usados.
- Biocombustibles de tercera generación. Estos combustibles se extraen de algas y plantas acuáticas con al menos un 50% de aceites naturales. Por el momento no se comercializan.
- Biocombustibles de cuarta generación. En el futuro estos biocombustibles procederán de microorganismos modificados genéticamente con el objetivo de que sean más eficientes a la hora de captar y almacenar CO2.
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