No existe ningún pueblo en España donde no sobreviva una Citroën C-15 y eso que este modelo dejó de fabricarse en 2005 con más de 1.800.000 unidades producidas. Esto prueba que la C-15 fue un vehículo ideal para trabajar en entornos rurales, donde se precisa fiabilidad, durabilidad, bajos costes operativos y una razonable capacidad de carga. La C-15 reunía todos estos factores y además aportaba comodidad y buenas prestaciones motrices. ¿Qué más se puede pedir?
Hay un viejo refrán en el sector de la automoción de nuestro país que afirma que no existe ningún pueblo en España sin su Citroën C-15. Y seguramente sea una verdad tan grande como un templo, porque junto con el Renault R-4 la C-15 fue un vehículo fundamental a la hora de motorizar con fiabilidad y comodidad la hoy llamada España vaciada.
A pesar de no tratarse de un vehículo de tracción total, como era el caso de los Land Rover, y de no equipar unos neumáticos todoterreno, la Citroën C-15 era (y sigue siendo) por su altura al suelo (574 mm descargado y 452 mm cargado) un vehículo ideal para adentrarse por todo tipo de caminos y salir airosos de la aventura.
Por otro lado, sus apenas cuatro metros de longitud y una anchura entre ejes de 1.340 mm hacían de la C-15 un vehículo muy compacto y fácilmente maniobrable.
El primer “todocamino” comercial
A sus mandos podíamos estar seguros de que los bajos del vehículo nunca chocarían con un obstáculo o con los habituales “lomos” que tienen todos los caminos rurales en su parte central y la única precaución era (y es) no sobrecargar para evitar que la suspensión bajara demasiado y pudiéramos llevarnos una sorpresa.
Por esta razón, junto a su simplicidad mecánica y su capacidad de carga, quiénes no conocen una C-15 que a estas alturas continúa vivita y coleando, manteniéndose en activo sin dar más problemas que los derivados del combustible -el consumo de una C-15 estaba en el entorno de los 5,5-6,5 litros/100 km- y de algún que otro mantenimiento.
Citroën C-15: Un vehículo insustituible
Citroën comenzó la fabricación de la C-15 en 1984 en las instalaciones de Vigo y de Mangualde en Portugal, y hasta su desaparición en 2005 recibió tres actualizaciones convirtiéndose en uno de los vehículos comerciales más vendidos, en competencia directa hasta el año 2000 con la Renault Express.
Derivada del turismo Citroën Visa la C-15 sustituyó a la Citroën Acadiane (derivada del Dyane 6) en el catálogo de la marca francesa y cuando en 1996 se puso a la venta la primera generación Berlingo, Citroën anunció con antelación la desaparición de la C-15. Sería meses después cuando la realidad del mercado forzó a tomar otras decisiones.
Presentado el Citroën Berlingo los concesionarios fueron testigos de que la demanda de unidades C-15 se mantenía, de forma que hubo que mantener su fabricación hasta 2005 con el objetivo de no perder mercado y aunque el coste fuera cierto canibalismo comercial sobre el nuevo Berlingo.
La última unidad C-15, con el número 1.181.471, salió de las líneas de montaje de la factoría de Vigo en diciembre de 2005.
Los poderes de la C-15
La Citroën C-15 fue todo un acierto comercial, pero no solo en España a donde se destinaba un 38% de la producción. El resto de unidades iban, entre otros países, a Francia, Bélgica, Reino Unido y hasta Chile.
Junto a su simplicidad mecánica, su bajo consumo y su reducido mantenimiento, lo que hizo famosa a la Citroën C-15 (su denominación viene de los 1.500 kg de MMA con los que se homologó) fue su capacidad de carga útil respondiendo el eslogan publicitario de “Se lo carga todo”.
En este sentido la C-15 comenzó ofreciendo 500 kg, para enseguida atreverse con los retos de los 600 kg y de hasta los 800 kg, pesos que podían acarrearse gracias a la dureza y fiabilidad de los componentes de la C-15.
Por otro lado, el espacio de carga cerrado de la C-15 con 1.540 mm de longitud (podía llegarse a 1.644 mm en versiones maxi) y 1.227 mm de ancho y elaborado en chapa muy resistente, la hacía apta para transportar todo tipo de cargas, por no hablar de que Citroën comercializó versiones mixtas para transporte de viajeros y mercancías, lo que convertía a la C-15 en un vehículo familiar y de trabajo. ¿Qué más se puede pedir?
Lo que funciona mejor no tocarlo
La C-15 dispuso a lo largo de su vida de cuatro motorizaciones, dos gasolina de 1.124 cc y 1.360 cc con potencias, respectivamente, de 60 y 75 CV, y dos diésel de 1.769 y 1.900 cc con potencias de 60 y 69 CV, bloques más que suficientes para otorgar a la C-15 unas prestaciones interesantes en carretera (140 km/h). Estos motores se complementaban con cambios manuales de cuatro y cinco relaciones.
En el ranking de la planta de Vigo la C-15 ocupa la tercera plaza en el número de unidades producidas, por detrás del Citroën Berlingo, que ya lleva 26 años en producción, y del emblemático Citroën 2CV que se fabricó durante 25 años.
En una ocasión alguien dijo que, si el duro de Chuck Norris tuviera que hacer una mudanza, seguramente elegiría una C-15, y probablemente tenía mucho de razón.
Lo que sí fue cierto en la C-15 es que aquello que funciona mejor no tocarlo y Citroën cumplió a la perfección con este mandato.
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