La mayor parte de los automóviles actuales disponen de carrocerías autoportantes, pero en 1923 la novedosa estructura monocasco del Lancia Lambda representó toda una revolución. Hasta ese momento Lancia siempre había destacado por ser una marca pionera en la incorporación de nuevas tecnologías, pero la aparición del Lambda significó un antes y un después.
Fundada en noviembre de 1906 en Turín por Vicenzo Lancia y Claudio Fogolin e integrada actualmente en el consorcio Stellantis a través de su anterior pertenencia al Grupo Fiat, a pesar de que su nombre parece no tener un gran peso en la historia de la automoción europea, lo cierto es que en su casi un siglo de existencia Lancia ha sido protagonista de algunos grandes avances tecnológicos.
En 1906 Lancia y Fogolin, ambos pilotos de Fiat, pusieron 50.000 liras cada uno en la fundación de Lancia. La decisión de utilizar el apellido de Vincenzo fue consensuada y tenía como objetivo que su mayor popularidad en el mundillo automovilístico les ayudara en la venta de vehículos.
El primer modelo de la firma italiana fue el Lancia Alfa 12 HP presentado en el Salón del Automóvil de Turín de 1908, sustituido un año después por el Lancia Beta 15/20 HP, modelo que a su vez en 1910 dejó paso al Lancia Gamma-20 HP y más tarde en 1911 a los Lancia Delta 20/30 HP y Lancia Epsilon Tipo 58.
Lancia Lambda, un pionero tecnológico
Uno de los primeros grandes éxitos de Lancia fue el Theta presentado en 1913 en el Salón del Automóvil de Londres, un modelo que como gran novedad tecnológica incorporaba un sistema eléctrico que facilitaba la existencia de alumbrado delantero y trasero, posibilidad de arranque del motor sin necesidad del empleo de manivela e iluminación en el panel de instrumentación.
Al final de la Primera Guerra Mundial la producción de Lancia se reactivó con el Kappa, un modelo que desarrollado sobre la base del Theta incorporaba un motor de 71 CV y tres aportaciones tecnológicas de primer nivel: culata independiente, palanca de cambios situada entre los asientos delanteros y las llantas de acero en sustitución de los habituales componentes elaborados en madera.
El Lambda entra en juego
En 1922 el bautismo del Lancia Lambda tuvo lugar en los certámenes internacionales de París y Londres, llamando principalmente la atención la existencia de una estructura monocasco autoportante, que por primera vez en la historia de la automoción hacia presencia en un coche fabricado en serie.
Desde el comienzo el Lancia Lambda contó con una notable aceptación por parte de los compradores, aunque con el objetivo de satisfacer a los clientes más exigentes en prestaciones en 1929 Lancia puso en el mercado la variante deportiva Lancia Dilambda, equipada con una magnífica mecánica V8 capaz de desarrollar 100 CV a 3.800 rpm y de alcanzar una velocidad máxima de 120 km/h.
Aunque el Lancia Lambda dejó de producirse en 1931 cuando fue sustituido por los nuevos modelos Artena y Astura, por el contrario el poderoso Lancia Dilambda continuaría fabricándose hasta 1935.
Un modelo revolucionario
La novedad de su carrocería autoportante, una solución que hoy es utilizada en la mayor parte de los automóviles, hacía del Lambda un vehículo con una estructura muy resistente y al mismo tiempo muy liviana, lo que le permitía ofrecer unas excelentes prestaciones dinámicas a las que difícilmente podían llegar modelos más pesados de otras marcas.
A lo largo de su vida activa (1923-1931) del Lancia Lambda llegaron a producirse un total de nueve series de las que se vendieron unas 13.000 unidades, una cifra muy elevada para los estándares comerciales de la época.
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