La alta mortalidad de caballos purasangre en los hipódromos de Estados Unidos ha consternado al mundo entero y se ha convertido en un auténtico problema para las autoridades encargadas de gestionar esta competición. Las caídas, las muertes súbitas y los dopajes por un exceso de carreras y por la necesidad de obtener victorias, se han visto potenciados por el boyante negocio de las apuestas que en Estados Unidos mueve anualmente unos 10.000 millones de dólares.
Estados Unidos se enfrenta a un serio problema por el elevado número de caballos purasangre que mueren durante las competiciones. Para animales que disponen de preparadores físicos, veterinarios y alimentos de calidad, la muerte durante una carrera debería convertirse en algo excepcional, sin embargo durante el año pasado un total de 493 caballos murieron en los hipódromos norteamericanos, lo que nos lleva a pensar que algo extraño sucede.
Los informes forenses revelan que las causas son dos. La primera son las caídas que suelen venir acompañada de lesiones de gravedad -sobre todo fracturas en las patas- que implican la eutanasia del animal y la segunda es la relacionada con las circunstancias de muerte súbita, relacionadas normalmente con infartos, colapsos pulmonares o fallos multiorgánicos.
¿Por qué mueren los caballos de carreras?
Al parecer el principal origen de las muertes en los caballos purasangre está en las velocidades que estos animales son capaces de desarrollar. Científicos como Patrick Sharman y Alastair Wilson han estudiado cerca de 70.000 caballos participantes en 616.000 carreras entre 1850 y 2015 y la conclusión obtenida es que los caballos actuales corren 1,18 segundos más rápidos que a finales del siglo XX y 10 segundos más rápidos que en el siglo XIX.
La consecución de este logro se debe sobre todo a la selección de caballos campeones. La potenciación de un tipo genético concreto con un tipo de musculatura cada vez más desarrollada y un esqueleto con menor peso tiene sus inconvenientes, porque para un animal de 500 kilogramos lanzado a toda velocidad una mala pisada puede suponer una catástrofe completa.
Las fracturas derivadas de una caída a velocidades superiores a 80 Km/h rompen con frecuencia hueso y carne, resultando casi imposible recomponer la pata mediante una operación y en todo caso con un postoperatorio muy complejo. Estas circunstancias llevan a que la mayoría de los caballos que sufren este tipo de lesiones sean eutanasiados.
La monta también influye
Según expertos en anatomía equina los jockey también pueden ser en parte los causantes de esta alta tasa de mortalidad en los caballos de competición. Durante las últimas décadas s esa comprobado que los jinetes han cambiado su forma de cabalgar, colgándose casi completamente del cuello del caballo.
Esta postura más aerodinámica incrementa la velocidad del caballo, pero sin embargo provoca una mayor inestabilidad al desplazar el peso hacia las patas delanteras con lo que el centro de gravedad queda descompensado.
Las exigencias de la competición
Aunque la forma de montar haya variado con los años, hay un factor importantísimo a tener en cuenta a la hora de preguntarse por la muerte de los caballos: la necesidad de ganar premios. Ello provoca que con más frecuencia de la debida a los caballos se les inyecten calmantes y anabolizantes, entre otras sustancias, con el objetivo de mejorar su estado y rendimiento.
El alto nivel de exigencia al que se somete a los caballos lleva a muchos propietarios y entrenadores a administrar fármacos los mismos días de la competición. Inyectar sustancias como la furosemida (en teoría para evitar hemorragias pulmonares) provoca una fuerte pérdida de líquidos (hasta 15 litros a través de la orina), liberando de peso al animal y dando ventaja frente a otros caballos.
Por otro lado, la administración de analgésicos, antiinflamatorios y corticoides permite a los caballos correr incluso con lesiones originadas en entrenamientos y carreras previas, por lo que el caballo corre al máximo obviando cualquier señal que le indique que debe aminorar el esfuerzo. Y si esto no es suficiente la fusta del jockey hará que el caballo incremente el ritmo.
Durante 2002 en las competiciones hípicas de Estados Unidos había inscritos un total de 33.000 purasangres, cifra que actualmente se reduce a 20.000 caballos. El mantenimiento de los calendarios de competición provoca que los caballos tengan que participar cada vez en más carreras, forzando todavía más su cuerpo hasta el límite.
La razón por la que se lleva a los animales hasta el límite es el éxito de las apuestas, sobre todo en su modalidad online. La industria de las casas de apuestas llega a mover unos 10.000 millones de dólares y tiene mucha influencia a la hora de regular las carreras de caballos en Estados Unidos.
La carrera deportiva de un caballo de carreras es breve, ya que compite entre los dos y los cuatro años y al llegar a los cinco se jubila. Un pequeño porcentaje de los purasangre se convierten en sementales, mientras que el resto pasa a ser económicamente poco interesante.
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