El origen del caballo purasangre lo encontramos en la Inglaterra del siglo XVIII, cuando los primeros criadores comenzaron a cruzar yeguas inglesas e irlandesas con sementales árabes, berberiscos y Akhal Teke. El objetivo de aquel ensayo genético era conseguir los mejores caballos de carreras. En la actualidad, un purasangre lo es porque en todo su historial no existe ningún cruce con otro tipo de razas.
El purasangre es una de las razas de “sangre caliente” más famosas a nivel mundial.
Su gran velocidad y su capacidad de resistencia le han otorgado el primer puesto como caballo de carreras, tanto de corta como de larga distancia.
Actualmente la cría y selección de los caballos purasangre se realiza bajo un estricto control, con el objetivo de obtener potros con mejores cualidades que sus progenitores.
De esta forma se obtienen algunos ejemplares valorados en decenas de miles de euros, alrededor de los cuales existe un mundo que cada día atrapa a más aficionados.
Origen del purasangre inglés
El origen del purasangre lo encontramos en la Inglaterra del siglo XVIII, cuando los primeros criadores comenzaron a cruzar yeguas inglesas con sementales árabes, berberiscos y Akhal Teke importados de Oriente Medio.
Ello explica que todos los purasangre actuales descienden de uno de los tres sementales importados en aquella època: Darley Arabian, Godolphin Arabian (también conocido como Godophin Barb) y Byerly Turk.
El nombre de estos animales venía determinado en primer lugar por el apellido de sus propietarios británicos (Darley, Godolphin y Byerly), y en segundo por su lugar de procedencia (Arabian, Barb y Turk).
Por el contrario, el origen de las yeguas era de lo más variado.
De hecho, aunque estudios genéticos recientes han demostrado que la mayoría procedían de Inglaterra e Irlanda, algunas de ellas también eran originarias de Oriente Medio y de la Península Arábiga.
Un estudio pone en duda el origen del purasangre
Científicos de la Universidad de Florida, de la de Cornell (del departamento de biología molecular y genética) y del Instituto Baker para la Salud Animal, liderados por la responsable Samantha Brooks, elaboraron un estudio genético con caballos árabes de 12 países diferentes con resultados que contradicen la creencia popular acerca del origen de la raza del purasangre inglés.
De hecho, las conclusiones de la investigación revelan que algunas poblaciones de estos caballos mantienen un mayor grado de diversidad genética, por lo que la raza no contribuiría al origen del purasangre moderno.
El proceso a seguir para culminar el proyecto se llevó a cabo mediante el análisis de muestras de ADN que se tomaron durante ocho años de un total de 378 caballos de diferentes países.
Si bien se anonimizaron para fines de análisis de datos, se hizo una excepción con la ubicación de los equinos y su categorización (caballos de competiciones o de exhibición).
La información fue además ampliada con datos de otros estudios anteriores relacionados con otras razas como el purasangre, el persa, el turco o el egipcio.
En las conclusiones, Brooks se refiere a que, si bien “los criadores de caballos árabes, en particular, conocen el linaje de sus caballos desde hace muchas generaciones”, la investigación posibilitó encontrar “que en el área donde se origina esta raza, probablemente en la región del cercano Oriente aunque no sabemos dónde exactamente, hay un nivel saludable de diversidad“.
Un aspecto que destaca sobre todo de poblaciones como Bahrein y Siria, “lo que sugiere que se trata de algunas poblaciones bastante antiguas“.
La responsable reconoce que, si bien es cierto que se han conseguido linajes modernos extraídos de los grupos genéticos que se han exportado de su lugar de origen, en otros grupos encontraron “una notable diversidad al considerar la raza como una sola“.
En el estudio se comparó el descubrimiento de poblaciones más diversas con las muestras que recibieron de los caballos árabes de carreras.
Y el análisis ofreció un resultado diferente en lo que respecta al mito de que el ADN de los equinos árabes contribuyó genéticamente al purasangre moderno.
Según las conclusiones, el ADN “evidencia la verdadera historia de la genética de estos caballos”, puesto que lo que encontraron en las muestras “no era tanto que la ascendencia árabe fuera parte de la línea del purasangre, sino todo lo contrario: que el ADN del purasangre existe en la mayoría de las líneas árabes modernas de carreras, lo que indica un entrecruzamiento más reciente dentro de este grupo“.
Otra de las implicaciones del estudio según sus autores es el potencial para identificar las regiones genéticas que determinan algunos de los rasgos únicos de los árabes, como su perfil facial tan particular y característico.
Características físicas del caballo purasangre
Desde un primer momento, el objetivo de la selección de caballos purasangre fue obtener animales rápidos y resistentes que se pudieran emplear en las carreras de larga distancia.
De esta forma, se desarrolló un caballo atlético y de tamaño medio.
La alzada de un purasangre, dependiendo de la disciplina en la que compita, oscila entre los 160 y 170 centímetros.
Desde un punto de vista anatómico, los ejemplares más musculosos son los sprinters utilizados en carreras de corta distancia, mientras que los más esbeltos y con extremidades más largas son los caballos de fondo que corren largas distancias, pudiendo existir incluso diferencias morfológicas entre animales criados para correr en arena o en hierba.
En cualquier caso se trata de caballos bien proporcionados y con patas y cuello largos y finos.
Su pelo es muy corto y sedoso, siendo las capas más habituales los zaínos y castaños, algo menos los alazanes y muy escasos los negros y tordos.
Los purasangre pueden presentar manchas blancas en cara y extremidades, aunque tienden a tener pelajes oscuros.
A diferencia de otras razas, el purasangre no tiene un estándar bien determinado y su única condición, como su propio nombre indica, es que no existan cruces en ninguno de sus antecesores.
Tal es la importancia de este factor que desde su creación no se ha mezclado con otras líneas de sangre.
Carácter del caballo purasangre
En cuanto a su carácter se trata de caballos denominados de “sangre caliente”, lo que se traduce en que son animales nerviosos, enérgicos y muy sensibles.
Dada su gran inteligencia, no son las monturas más adecuadas para principiantes, ya que pueden desarrollar problemas de conducta si no se saben manejar.
Es la raza perfecta para el deporte, ya que es una de las pocas diseñadas exclusivamente para ello.
Por tanto podemos encontrarlos tanto en carreras como en otras disciplinas, destacando en muchas de ellas por su potencia, velocidad, resistencia y agilidad.
Curiosidades de la raza equina
Desde la creación de la raza se ha mantenido un estricto control en la cría y selección del purasangre.
Ya en el siglo XVIII se creó el primer registro (Stud Book), que actualmente es mantenido por el Jockey Club de Gran Bretaña.
Con el paso de los años la raza se ha extendido por todo el mundo y a día de hoy es una de más valoradas a nivel deportivo, existiendo en todo el mundo un total de sesenta y cinco registros oficiales.
Tal es su auge que en 2012, un purasangre llamado Frankel que era propiedad del príncipe Khalid Adbullah, fue valorado en 130 millones tras conseguir catorce victorias en sólo dos años de competición.
Tras una carrera sin ninguna derrota, el propietario de Frankel anunciaba que el animal se retiraba de las carreras para ejercer como semental, con doscientas yeguas en lista de espera y 130.000 euros por cada cubrición.
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Periodista | Comunicación corporativa y Marketing Digital en TERRÁNEA