Son nuestros genes los que nos predisponen en favor o en contra de determinados alimentos y los que finalmente hacen que nuestra dieta habitual tenga un impacto mayor o menor sobre la salud de nuestro organismo. Cada vez más nutricionistas y dietistas se apoyan en la nutrigenómica a la hora de diseñar dietas personalizadas a la medida de cada persona.
Cada vez más los expertos en nutrición se están apoyando en su trabajo en la “nutrigenómica”, también llamada nutrigenética. Esta ciencia, basada en el genoma humano, está dando un vuelco científico a todo lo relacionado con la alimentación y su impacto en la salud y nos explicaría por qué dos personas que siguen una dieta alimenticia similar no pesan lo mismo o por qué no asimilan los nutrientes de la misma forma. La explicación a estas diferencias se encuentra en los genes.
Las investigaciones en relación con la nutrigenómica han demostrado que no existe una dieta única, sino opciones personalizadas en función de nuestro genoma. Esto significa que la realización de una prueba genética es un pilar fundamental para determinar con exactitud cuál es la mejor dieta en cada caso.
Es a partir de la nutrigenómica cómo podemos explicar por qué razón a unas personas les engordan los hidratos de carbono y a otras no, haciendo posible que una dieta diseñada a la medida pueda servir para recortar los altos índices de sobrepeso y obesidad que sufre una parte importante de la población española y con ello ganar en nuestros niveles de salud y calidad de vida.
Alimentación y genes
Desde un punto de vista científico la nutrigenómica descansa sobre tres pilares básicos: genética, nutrición y salud. El objetivo es conseguir que cada persona pueda conocer cuál es su dieta ideal.
Para ello es necesario analizar los múltiples factores que intervienen en el peso de una persona:
- Metabolismo y respuesta frente a los nutrientes.
- Mayor o menor facilidad para ganar peso.
- Dificultad para quemar grasas en reposo y durante el tiempo de actividad física.
- Impacto de los genes y del Índice de Masa Corporal sobre la salud.
En este sentido desde que se descifró el mapa del genoma humano en la década de los noventa, cada vez es más habitual que nutricionistas, dietistas y médicos, empleen las pruebas genéticas como parte de un enfoque integral.
Beneficios de la nutrigenómica
De entrada, desde la óptica de la salud la nutrigenómica tiene un valor preventivo, ya que puede resolver todas las dudas de porqué existe una mayor predisposición a sufrir obesidad, a padecer enfermedades de tipo cardiovascular y metabólico (diabetes) o por qué no se consigue adelgazar con una determinada dieta que por el contrario funciona muy bien en otras personas de nuestro entorno.
Gracias al análisis de nuestro genoma podemos descubrir cuestiones, por ejemplo, como que la dieta vegana no es adecuada para todo el mundo, que hay personas cuyos organismos no optimizan los omega 3 y que otras tienen problemas para convertir la luz solar en vitamina D, y a partir de ahí resolver los problemas y diseñar dietas adecuadas a cada circunstancia genética.
Pruebas de nutrigenómica
Los test más extendidos, y también más económicos, tan sólo alcanzan a evaluar un pequeño porcentaje de los genes implicados en las consecuencias que tiene la alimentación sobre nuestra salud presente y futura, pero para tener una visión global más exacta es necesaria una secuenciación completa con el fin de obtener todo el mapa genético.
Se trata de una prueba que tan sólo hay que realizar una vez en la vida, que se puede llevar a cabo a cualquier edad y que de forma complementaria nos servirá para multitud de fines como:
- Desde un punto de vista farmacogenético para conocer cuál es nuestra respuesta a cada tipo de medicamento.
- Para conocer con más detalle cuál puede ser nuestro máximo rendimiento deportivo y con ello prevenir lesiones por sobreesfuerzos.
- Para descubrir patologías de carácter hereditario, predisposición a enfermedades raras, cardiovasculares, endocrinas, oncológicas o neurológicas.
- Para conocer cuáles son nuestros niveles de fertilidad.
A pesar de su relevancia la información nutrigenómica no es el único criterio utilizado a la hora de diseñar un plan dietético personalizado, que también deberá tener en cuenta el estilo de vida, el historial clínico e incluso nuestras preferencias personales.
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