Los servicios de guardaespaldas están cayendo en desgracia, sobre todo porque los millonarios y famosos se decantan por alternativas “friendly” a la hora de proteger a sus familias y hogares. Es aquí donde los perros de protección se están convirtiendo en auténticos protagonistas, tanto que su precio se ha disparado hasta alcanzar los 150.000 dólares.
Atraídos por el lema de “Criados para amar, entrenados para proteger”, cada vez más millonarios y famosos están decidiendo que lo mejor es prescindir de los servicios de los tradicionales guardaespaldas para sumar a sus familias y a sus vidas diarias un perro de protección.
Evidentemente no se trata de unos perros cualquiera. Estamos hablando de ejemplares de élite que han sido entrenados por especialistas y que pueden estar jugando con los niños de la casa o dejándose acariciar por sus dueños, para una décima de segundo después repeler un ataque o hacer frente a una situación de riesgo sin inmutarse.
Estos perros de protección son criados, escogidos y entrenados con el doble objetivo de ser perros de compañía, cariñosos y fieles, y al mismo tiempo poseer una faceta oculta que les permite proteger, disuadir y en su caso impedir que sus dueños y sus familias puedan sufrir una indeseada situación de peligro.
Como afirman sus preparadores en ningún caso se trata de perros entrenados para matar o causar lesiones, porque su trabajo principal es evitar y desactivar posibles amenazas.
Adiós a los Dóberman y Rottweiler
Teniendo en cuenta esta estrategia no cualquier perro sirve para proteger de una forma eficiente y consecuentemente el tamaño de las mandíbulas no es lo único que importa. Las empresas que se dedican a entrenar los perros que protegen a millonarios y famosos lo tienen muy claro y por esta razón se decantan por perfiles alejados de los tradicionales y aparentemente feroces dóberman y rottweiler, para apostar por otras razas caninas con menos historial de violencia como pueden ser el pastor alemán, el pastor belga malinois y el schnauzer gigante.
Como en la actualidad la demanda es elevada hacerse con los servicios de uno de estos perros de élite puede llegar a costar 150.000 dólares, pero quienes pueden realizar este desembolso lo prefieren frente a la opción menos “friendly” de los guardaespaldas, sobre todo cuando se trata de proteger a sus familias y a sus hogares de forma discreta.
El alto precio que tiene un perro de protección se explica fácilmente porque cualquiera de estos ejemplares necesita un mínimo de mil horas de entrenamiento, una estudiada y programada preparación que suele comenzar cuando el cachorro ha cumplido tan sólo ocho semanas de vida.
Elegir a los mejores
Pero antes de comenzar la fase de entrenamiento es fundamental elegir bien a los progenitores. El objetivo es que los ejemplares reproductores presenten una genética adecuada con el fin de conseguir cachorros que destaque por un temperamento equilibrado, excelentes atributos físicos, una férrea disciplina de trabajo y buenas dotes de inteligencia para asumir a la perfección su rol dentro de las familias y para discernir sin cometer errores entre una situación de riesgo o peligro para los integrantes de la misma y una que no lo es.
El periodo de entrenamiento de un perro de protección puede llegar a durar dos años e incluye un riguroso y extenuante programa de preparación física, ejercicios de obediencia y simulaciones de ataques, todo para que los 150.000 dólares que cuestan estos perros les parezcan a los dueños una buena inversión.
Además, tras la adquisición las empresas de entrenamiento no se desentienden en absoluto de los animales, porque los dueños pueden contratar lo que de alguna forma puede considerarse un “servicio de mantenimiento”. De esta forma son especialistas caninos los que se encargan de la correcta alimentación del perro, de efectuar las vacunaciones, desparasitaciones y controles veterinarios pertinentes y de comprobar que física y mentalmente el animal se encuentra en perfecto estado para cumplir con su labor de protección.
Aunque una de las cosas verdaderamente importantes en un perro de protección es que sepa desconectar rápidamente tras pasar o intervenir en una situación comprometida, de forma que pueda regresar de nuevo a la tranquilidad y el sosiego que los dueños exigen a un perro de compañía.
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