Educar a un potro lactante es para muchos aficionados a la equitación uno de sus principales objetivos. Pero si esta educación no se realiza de forma correcta, respetando los tiempos, permitiendo una saludable socialización del animal en compañía de la madre y no se le corrigen tempranamente comportamientos inadecuados, podemos convertir al potro en una fuente de problemas en su edad adulta.
El sueño de muchos amantes de los caballos es tener un ejemplar desde potro para poder asistir a todas las etapas del crecimiento. Además de ser una experiencia enriquecedora, tras vivir el embarazo de la yegua, permite conocer con detalle al animal antes de montarlo y adaptar la doma para lograr una relación basada en el respeto.
Sin embargo no es fácil conocer los cuidados que precisa un potro, desde la importancia de la socialización hasta la educación temprana o la alimentación. Esa falta de conocimientos puede convertir algo muy positivo, como es criar un animal con el que conviviremos durante años, en una experiencia negativa por las consecuencias de no hacerlo correctamente.
¿Cuánto tiempo debe mamar un potro?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que durante los primeros meses de vida los potros deben permanecer con la madre, ya que deben aprender de ella cómo relacionarse con sus congéneres y conocer su entorno.
En esta etapa los potros pasan casi todo el tiempo mamando, descansando y jugando, por lo que lo mejor es que estén al aire libre. Esta fase marcará el carácter del caballo durante toda su vida, por lo que debemos tener especial cuidado a la hora de cubrir todas sus necesidades.
¿Cuándo se puede separar un potro de su madre?
Tras el primer mes de vida el potro debe poder interactuar con otros animales de su edad. El aprendizaje mediante el juego le hará conocer las normas de convivencia con su grupo, la forma correcta de comunicarse con otros caballos y le permitirá conocer los límites, como la fuerza de la mordida, mediante las correcciones de compañeros y adultos.
Los caballos son animales muy sociables, por lo que estas relaciones les permite a los potros estrechar lazos con los miembros de la manada. Los caballos que se crían con otros caballos tienen menos problemas de conducta y aquellos que conviven posteriormente con algún compañero tienden a ser más equilibrados y estables.
Los caballos suelen destetarse en torno a los seis meses, aunque se trata de una tradición más que de una causa científica. De hecho en los últimos años son muchos los especialistas que recomiendan dejar con la madre más tiempo para que el potro siga aprendiendo normas de convivencia, lo que puede tener numerosos beneficios a medio y largo plazo.
¿Cómo amamantar a un potro?
Durante el primer mes de vida el potro se alimenta casi exclusivamente de leche materna, aunque puede comer algunas hierbas durante sus comportamientos exploratorios. Debemos permitir que realice coprofagia de su madre (comer las heces) ya que esto le proporciona parte de las bacterias digestivas que le permitirán en el futuro digerir gran parte de los alimentos.
Los siguientes meses la madre aumenta notablemente la producción y por lo tanto el consumo de leche, lo que permite que el potro crezca rápidamente. Por esta razón los potros apenas comen pasto y dedican gran parte de su energía a jugar, explorar su entorno e interactuar con sus compañeros de manada.
¿Cuándo empieza a comer pasto un potrillo?
Es a partir de los 5 ó 6 meses cuando los potros comienzan a pastar de forma regular, principalmente por imitación de su madre. De esta forma se crean hábitos alimenticios, por lo que aquellos animales que viven en semilibertad con forraje a disposición tenderán a tener mejores hábitos alimentarios que los que viven en una cuadra o box.
¿Cuándo deja de ser potrillo un caballo?
Otro factor a tener en cuenta es la socialización temprana con las personas. La “impronta” consiste en crear una relación positiva con el animal durante las primeras semanas de vida, una conducta que permanecerá de por vida y que facilitará en gran medida todo el trabajo posterior de desbrave o doma.
Desde el primer momento es importante acostumbrar al potro a las personas aprovechando su curiosidad innata. En las primeras semanas el trabajo consistirá en acostumbrarle a nuestra presencia, movimientos, sonidos y olores. Poco a poco podemos introducir en su vida caricias, cepillado, el manejo de las diferentes partes del cuerpo o el equipo que usaremos en el futuro para montarle.
Uno de los errores más habituales es no enseñar a que el animal respete a las personas. Cuando son pequeños muchos propietarios se ven tentados a jugar de forma brusca, dejando incluso que el animal golpee, muerda o se suba sobre las personas.
Por esta razón debemos corregir las conductas que no sean apropiadas con pequeños toques o empujones, para que entienda cuales son los límites. También podemos comenzar a usar ramales a modo de collar para acostumbrar al animal a que le guiemos.
Todo este “adiestramiento” debemos hacerlo con técnicas de refuerzo positivo para que creemos una relación de confianza hacia las personas.
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