Al calor del éxito comercial alcanzado por el Seat 127 desde su presentación en 1972, dos años después la firma española puso en el mercado una versión urbana, compacta, de dos puertas y cuatro plazas a la que bautizó con el nombre de Seat 133, un modelo que este año celebra su 50º aniversario convertido en un icono de la automoción española y de los aficionados a los vehículos clásicos.
A finales de 1971 Seat presentó en primicia las primeras unidades del Seat 127, un modelo que estaría en producción hasta 1982. Inicialmente, el Seat 127 llegó al mercado como sustituto del Seat 850, pero a la larga este modelo acabaría eclipsando incluso las ventas del Seat 600.
Tan importante fue el éxito del 127 que a los responsables de Seat se les ocurrió diversificar la oferta y poner en el mercado un nuevo modelo de estética muy similar, cuatro plazas, dos puertas, un precio más ajustado y con unas dimensiones compactas que le permitían moverse mejor en entornos urbanos.
El Seat 127 presentaba una longitud de 3,6 metros, mientras que el Seat 133 -esa fue su denominación comercial- se quedaba en los 3,45 metros, una pequeña diferencia en cuanto al formato y que junto a unas líneas suaves y redondeadas sirvieron a Seat para responder con eficacia a los emergentes conceptos urbanos de maniobrabilidad y facilidad de estacionamiento.
Nace el Seat 133
Amadrinado por la actriz del momento, Úrsula Andress, el Seat 133 fue presentado oficialmente en mayo de 1974 en el Salón del Automóvil de Barcelona, lo que significa que dentro de unas semanas asistiremos a su 50º aniversario, y sus planes de producción se extenderían hasta el año 1981, una vida comercial que desde el primer momento corrió en paralelo a la del Seat 127, que estuvo vigente entre 1972 y 1982.
A pesar de sus menores dimensiones el éxito del Seat 133 fue no perder ni un ápice del espacio interior y el confort que ofrecía el Seat 127, un enfoque que contribuyó a que la marca consiguiera comercializar unas 191.000 unidades a lo largo de los siete años en los que estuvo en su catálogo de vehículos.
A diferencia del 127 el Seat 133 siempre se comercializó en versiones de dos puertas, aunque la gran diferencia entre uno y otro era que el Seat 127 montaba un sistema de tracción delantera, mientras que por el contrario en el Seat 133 la propulsión era a las ruedas traseras.
Un 850 moderno
El gran secreto del Seat 133 es que estaba basado íntegramente en el Seat 850, lo que permitía utilizar su mismo bastidor y su misma mecánica y con ello se abarataban costes, añadiendo tan solo la atractiva novedad de una carrocería más moderna y actualizada.
Además de las líneas estéticas uno de los grandes cambios externos fueron las ópticas cuadradas del Seat 133 frente a los faros redondos del 850, junto a un interior menos sofisticado que en el 127 que permitía que el PVP fuera más asequible para un público que no era capaz de llegar a la tarifa del Seat 127.
Por otro lado, el motor era el mismo del 850, un cuatro cilindros de 843 cc que estuvo en servicio con tres rangos de potencia de 34, 37 y 44 CV y que dependiendo del nivel de compresión podía consumir gasolina de 85 o de 96 octanos, una cuestión fundamental dada la diferencia de precio que existía entre ambos combustibles.
La cadena cinemática se completaba con un cambio de cuatro relaciones sistema Porsche con marcha atrás. Como novedad técnica el Seat 133 incluía una junta cardan en la dirección que aumentaba los niveles de seguridad pasiva.
En cuanto al sistema de frenos las primeras generaciones del Seat 133 montaban tambores en las cuatro ruedas, una solución que acabó siendo sustituida por el mix de discos delanteros y tambores traseros.
Dado su carácter eminentemente urbano el Seat 133 podía alcanzar una velocidad máxima de hasta 130 km/h, con un consumo que se situaba entre 7,5 y 8 litros, sin duda una exageración para los ajustados consumos que actualmente presentan modelos de similares características.
Este consumo un tanto excesivo se convirtió en un hándicap comercial cuando estalló la primera crisis del petróleo y el precio de los combustibles se disparó, haciendo que los compradores de vehículos empezaran a tomar conciencia de que el consumo era un factor de compra fundamental.
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