¿Puede un motor de combustión andar con agua? El ingeniero español Arturo Estévez probó que sí es posible, aunque la trampa está en que el “motor de agua” era en realidad un motor transformado que sustituía la gasolina por hidrógeno. Por su parte, el agua mezclada con una “sustancia secreta” servía para producir hidrógeno por medios químicos. Franco llegó a interesarse por este novedoso motor que finalmente cayó en el olvido.
Hoy los automóviles eléctricos y de pila de hidrógeno nos parecen tecnologías de vanguardia, pero nos olvidamos de que a finales del siglo XIX ya existían vehículos de propulsión eléctrica, eso sí, equipados con pesadas baterías de plomo-ácido que tenían una capacidad muy reducida de almacenaje de energía.
En cuanto al hidrógeno la sorpresa es que los primeros diseños datan de la primera década de 1800, aunque se trataba de motores de gasolina previamente transformados para quemar hidrógeno, una tecnología que en nada tiene que ver con la actual pila de hidrógeno.
España tierra de inventores
En España pocos conocen que el primer “motor de agua” fue desarrollado y patentado en 1972 por el ingeniero e inventor extremeño Arturo Estévez, que a lo largo de su vida vendió más de setenta patentes de todo tipo.
El “motor de agua” fue presentado oficialmente en la Exposición Internacional de Eventos de Bruselas de ese mismo año, certamen en el que obtuvo la medalla de plata. El bautizado como “motor de agua” era en realidad un sistema generador de hidrógeno.
En su caso el agua mezclada con una sustancia “secreta” -posiblemente boro o ferrosilicio- servía para producir hidrógeno mediante una reacción de naturaleza química, hidrógeno que después era utilizado como combustible en un motor de explosión que previamente había sido modificado.
En su época Arturo Estévez recorrió España demostrando las muchas posibilidades de su invento. Para ello el ingeniero contaba con una motocicleta y un vulgar botijo. La liturgia del inventor en sus demostraciones era siempre la misma.
Primero bebía un trago de agua del botijo y después el resto del líquido se lo echaba al depósito de la moto, yéndose del lugar montado en la misma. Incluso en 1977 la motocicleta estuvo en la madrileña Plaza de España realizando una demostración ante notario.
Franco y el hidrógeno
La España franquista no era muy aficionada a apoyar las nuevas tecnologías: -¡¡qué inventen ellos!!- era el lema del régimen para este tipo de cosas.
Pero, contra todo pronóstico, cuando el invento de Arturo Estévez llegó a oídos de Franco, el general decidió tomárselo en serio, y encargó que un grupo de expertos estudiase cuál era la viabilidad de esta tecnología.
En las conclusiones de su informe los expertos afirmaban que técnicamente era posible hacer funcionar un motor con hidrógeno en vez de gasolina, algo muy importante en una época donde la guerra árabe-israelí del Yom Kippur había disparado en 1973 los precios del petróleo, y con ello provocado una de las primeras crisis económicas de origen energético.
Por otro lado, los expertos también afirmaban que la “sustancia secreta” utilizada por Arturo Estévez era posiblemente el boro, un elemento químico que entonces ya no era barato y que hacía que el “motor de agua” no fuera todo lo rentable que su creador decía ser.
Finalmente, Franco decidió que el INI no apoyaría el invento. Y, a partir de ahí, Estévez decidió vender los derechos de su “motor de agua”. Un invento que acabaría cayendo en el olvido.
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