Lo normal de un bombero forestal es que trabaje a temperaturas externas de 65ºC y corporales de 40ºC, que pueda llegar a perder por sudoración hasta cinco litros de líquidos, que esté expuesto a la inhalación de humos nocivos y que su organismo se vea sometido a un gran sobreesfuerzo y estrés, circunstancias que a la larga pueden provocar trastornos y patologías de todo tipo.

La ola de incendios forestales que estamos sufriendo este verano está llevando al límite a los medios y equipos de extinción de incendios de nuestro país. Las altas temperaturas que soportan estos trabajadores en el desempeño de su labor y el durísimo trabajo que realizan exigen, además de una preparación física y un equipamiento técnico adecuado, unos niveles de hidratación y de alimentación adecuados a los sobreesfuerzos a los que están sometidos sus organismos.
Por otro lado, un estudio realizado por la Universidad de León junto con personal de las BRIF (Brigadas de Refuerzo de Incendios Forestales) y que se enmarca en un proyecto de investigación que estudia los factores que influyen en el rendimiento del personal especialista en extinción de incendios forestales, sirve para analizar el esfuerzo al que se somete a los trabajadores y la condición física que deben tener para la ejecución de este arriesgado trabajo.
Bomberos: Un estudio en condiciones reales

Lo importante de este estudio realizado en escenarios reales es que recoge datos de más de 2.000 incendios forestales en los que participaron las BRIF, dividiendo el esfuerzo requerido por el personal de extinción en cuatro categorías: incendios de menos de una hora de duración, entre una y tres horas, entre tres y cinco horas e incendios de más de cinco horas.
Cuando las condiciones climatológicas eran ideales para la aparición de incendios forestales, el personal que voluntariamente participaba en el estudio ingería una cápsula que registraba la temperatura corporal y las variaciones de esta durante las siguientes 24-48 horas. De esta forma pudo conocerse el esfuerzo soportado por el personal de extinción y las temperaturas de sus cuerpos durante las distintas labores diarias.
Estos datos se complementaban con la colocación de cintas pectorales que registraban la frecuencia cardíaca de los trabajadores, ya fuera durante las tareas de extinción, el entrenamiento o las labores diarias dentro del dispositivo de extinción de incendios.
Junto a estos sensores se colocaron medidores para captar la temperatura ambiental, la temperatura interna dentro de la ropa ignífuga y los niveles de humedad y temperatura corporal de los especialistas, todo ello teniendo en cuenta un equipo de extinción que incrementa el peso de trabajo entre los 6 y los 20 kg.
En el caso de los bomberos forestales los equipos técnicos les protegen frente al fuego, pero les dificultan la transpiración, a lo que se suma su peso y las condiciones del trabajo en el monte, con terrenos irregulares, pendientes, etc., y unas temperaturas que en el mejor de los casos superan los 30ºC con bajos niveles de humedad.

A través de los sensores podemos saber hasta qué punto la ropa de trabajo impide el intercambio térmico con la piel y por tanto la disipación de calor, e incluso es posible medir los flujos de calor (llamaradas, corrientes convectivas de calor, etc.) que reciben los bomberos forestales durante su trabajo.
Un análisis del esfuerzo físico de los bomberos forestales
Además, el personal técnico que acompaña a las cuadrillas registra los datos de tiempo de trabajo y recuperación de los miembros de la brigada, así como el tipo de ataque y la exposición al fuego de los medios, junto con el avituallamiento que recibe el personal de extinción.
El análisis de los datos permite saber el nivel de esfuerzo al que se ha visto sometido el personal de extinción, mostrando la influencia en dicho esfuerzo del tipo de combustible y de las características del terreno.

Gracias a la realización de este estudio se logró concretar las temperaturas que soportan los bomberos forestales durante la extinción de incendios, llegando hasta los 65ºC en el exterior de su EPI y alcanzando temperaturas corporales de casi 40ºC. Estas temperaturas provocan que durante las labores de extinción un bombero forestal pueda perder hasta 5 litros de agua por sudoración.
Si la duración del incendio excede las cinco horas el esfuerzo físico realizado es similar al de una etapa ciclista de cuatro horas, con los evidentes problemas de cansancio, deshidratación e inhalación de humos nocivos que conllevan los incendios forestales.
Son precisamente estos humos los causantes a largo plazo de trastornos hepáticos, problemas en articulaciones, cánceres de pulmón y otras patologías de diversa índole.

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Los bomberos forestales, como los urbanos, los policías, los que trabajan en las ambulancias…están infravalorados socialmente, no tienen la consideración social que se merecen, siendo como son tan necesarios para la sociedad, incluso arriesgando sus vidas.