El palmarés de la Triple Corona incluye en Estados Unidos los nombres de caballos legendarios como War Admiral, Citation o Secretariat. Pero entre 1948 y 1973 hubo un vacío de veinticinco años que pudo haber llenado Cañonero, el caballo venezolano que en 1971 ganó el Derby de Kentucky y el Preakness Stakes y que, finalmente, se quedó a un paso de la gloria en Belmont Stakes.

En 1971 un caballo con bandera venezolana, Cañonero, a punto estuvo de ganar la Triple Corona en Estados Unidos. Tras imponerse en el Derby de Kentucky ante 120.000 espectadores y en el Preakness Stakes con récord incluido, la gloria se le escapó de las patas en la tercera cita en Belmont Stakes, una carrera que le habría permitido suceder a Citation en el palmarés de la Triple Corona y donde Cañonero tan sólo pudo ser cuarto.
Nacido en 1968 la leyenda de Cañonero comenzó a fraguarse en 1969 en las famosa subasta de “yearlings” de Keeneland, donde el potro castaño biznieto del legendario Man o´War -este caballo ganó 20 de las 21 carreras en las que participó- se vendió a un intermediario venezolano por tan sólo 1.200 dólares, un precio irrisorio para un purasangre con pedigrí.
La razón es que Cañonero mostraba una más que evidente malformación en su pata delantera derecha, era “chueco” en el argot venezolano, lo que explica que el valor de la transacción fuera tan bajo.
Una vez en Venezuela fue revendido al empresario Pedro Baptista por 4.500 dólares, una cifra demasiado elevada a la vista de la anatomía de Cañonero, pero que curiosamente incluía la “reserva” para su participación en las tres carreras de la Triple Corona.
Un viaje de epopeya
Entrenado por Juan Arias, apodado “El Negrito”, y con un palmarés venezolano de seis victorias sobre un total de diez carreras que había comenzado en agosto de 1970 en el Hipódromo de La Rinconada sobre la distancia de 1.200 metros, Cañonero inició su épico viaje a Kentucky en un avión de carga que partió del aeropuerto de Caracas con rumbo a Miami.
Los problemas para la expedición comenzaron en pleno vuelo, cuando una avería en uno de los motores obligó a que el avión regresara de nuevo a la capital venezolana. A la segunda intentona al aterrizar en Miami las autoridades norteamericanas descubrieron que Cañonero carecía de papeles, por lo que el caballo tuvo que viajar a Panamá a la espera de los trámites administrativos.

De regreso a Miami el caballo fue obligado a pasar una cuarentena de cuatro días hasta comprobar que los análisis de sangre estaban correctos, de forma que cuando Cañonero y su jinete Juan Ávila pusieron rumbo a Kentucky el animal había adelgazado 34 kilogramos. Demasiado para un caballos de carreras.
Los propietarios de Cañonero hicieron por carretera los más de 1.700 kilómetros que separan la costa de Florida del Hipódromo de Churchill Downs en Louisville, lo que provocó que a su llegada el caballo mostrara un aspecto famélico que no hacían presagiar que días después -el sábado 1 de mayo de 1971- Cañonero ganaría contra todo pronóstico los 2.000 metros del Derby de Kentucky por tres cuerpos y medio de diferencia.
A 200 metros de la gloria
El día de la carrera las apuestas en Churchill Downs a favor de Cañonero II estaban 300 a 1, lo que hace suponer que quienes confiaran en sus posibilidades seguramente ganaron mucho dinero ese día.
Anotar que el nombre de “Cañonero II” se lo impusieron las autoridades norteamericanas para diferenciarlo de otro caballo con el mismo nombre, aunque para el resto del mundo tan sólo existió un único Cañonero.
Quince días después en el Hipódromo de Pimlico en Baltimore y sobre la distancia de 1.900 metros las apuestas habían cambiado y Cañonero era uno de los caballos favoritos para ganar el Preakness Stakes. El caballo venezolano no defraudó marcando incluso un récord de velocidad.

Tan sólo faltaba la cita de Belmont Park en Nueva York para que Cañonero inscribiera su nombre junto al del campeonísimo Citation, el último caballo en conseguir ganar la Triple Corona en la temporada 1948, aunque lamentablemente los 2.400 metros de la carrera de Belmont Stakes fueron demasiados para Cañonero.
A 200 metros de la meta el castaño venezolano encabezaba el pelotón, pero en la línea de meta “el chueco” tan sólo pudo ser cuarto. Tras esta última prueba la bolsa en premios de Cañonero sumaba un total de 360.000 dólares, aunque mucho más importante era su fama y su popularidad en Venezuela y en toda Latinoamérica.

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