Los planes medioambientales de la Comisión Europea, que prevé reducciones intermedias de emisiones en 2030 (45%) y 2035 (65%), señala que en 2040 al menos el 90% de la flota europea de transporte pesado, tanto camiones como autobuses, estará propulsada por energías sostenibles. En el periodo de 17 años el transporte por carretera debe abordar una transición energética sin precedentes.
Dentro de su estrategia medioambiental la Comisión Europea (CE) ha decidido que en 2040 el 90% de la flota de transporte en funcionamiento habrá dejado de utilizar el diésel como combustible, lo que significa que en un plazo relativamente corto de 17 años el sector, tanto mercancías como viajeros, tendrá que abordar una profunda transformación hacia las energías sostenibles y las cero emisiones.
Pero el calendario de objetivos de la CE tiene puntos intermedios en 2030 y 2035, cuando está previsto que se produzca una importante reducción de las emisiones de CO2. Como parte de esta estrategia la CE ha propuesto que a partir de 2030 todos los autobuses urbanos de nueva matriculación ya sean cero emisiones.
Según los datos que maneja Bruselas el transporte pesado por carretera es responsable del 6% de las emisiones totales de efecto invernadero y del 25% de las emisiones producidas por el sector transporte en general. En este sentido en 2030 la reducción de emisiones con respecto a 2019 será de un 45%, que se elevará al 65% en 2035 para, finalmente, alcanzar el previsto 90% de reducción de emisiones a partir de 2040.
Para los transportistas el problema radica en cómo abordar económicamente la transición energética propuesta por la CE, dado que en su opinión no podrán hacerlo tan sólo con recursos propios. Es evidente que de cara a 2040 se requerirán importantes ayudas públicas para poder conseguir los objetivos medioambientales previstos, por no hablar de qué sucederá con el desarrollo e implantación de las necesarias infraestructuras de recarga, ya sean eléctricas, de gas natural vehicular o de hidrógeno.
Hay que tener en cuenta que en la actualidad el 99% de los vehículos de transporte de la Unión Europea funcionan con combustible diésel, lo que supone que la transformación energética deberá acelerarse en un corto periodo de tiempo y sin que ello afecte a la compleja logística de suministros que sostiene la economía global europea.
Por otro lado, los transportistas también apuntan a que habrá que tener en cuenta las prestaciones de los nuevos vehículos cero emisiones y cuáles serán los nuevos rangos de costes, conceptos que seguramente tendrán un fuerte impacto en los precios del transporte por carretera.
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