En 1782 el ingeniero escocés James Watt fue el inventor de los “caballos de fuerza”, una unidad que se utiliza habitualmente para medir la potencia de los motores. Lo que hizo Watt fue observar el trabajo de los caballos, calcular cuáles eran sus dimensiones y trasladarlas a las prestaciones de las máquinas de vapor, primero, y a los automóviles después.
La historia nos dice que, desde la segunda mitad del siglo XVIII, concretamente desde 1782, la potencia desarrollada por los motores se mide en “caballos de fuerza o caballos de vapor” (CV). Pero lo que hoy queremos contar son las razones que explicarían el cómo y el porqué de una unidad de medida que fue creada en Gran Bretaña por el ingeniero escocés James Watt y que actualmente es de uso popular en todo el mundo.
En este sentido durante el siglo XVIII la Revolución Industrial y las nuevas tecnologías habían comenzado a transformar la sociedad y la economía en los países más desarrollados y en ese escenario uno de los retos de ingenieros y fabricantes de maquinaria era disponer de una medida estándar capaz de cuantificar la potencia de las máquinas de vapor y por lo tanto de establecer diferencias creíbles entre ellas de cara a los potenciales compradores.
Los “caballos” de James Watt
En 1782 el ingeniero James Watt fue el responsable de definir y establecer las medidas del “caballo de fuerza” y para ello se basó en la observación de cuál era el trabajo de los caballos que solían utilizarse en las minas de carbón.
En ese momento James Watt ya era muy conocido por las mejoras de optimización que había realizado sobre la máquina de Newcomen y que dieron lugar a las máquinas de vapor de agua, y por el diseño y comercialización de todo tipo de maquinaria de vapor a través de la empresa Boulton & Watt.
En aquella época los caballos eran utilizados de forma habitual en un gran número de labores y trabajos donde la razón fundamental era desarrollar un gran esfuerzo físico, una circunstancia que en opinión de James Watt hacía de los caballos una referencia de fuerza real y tangible para la opinión pública.
A partir de la observación científica James Watt pudo establecer que un caballo tenía la capacidad de realizar un trabajo constante a la hora de levantar una cierta cantidad de peso a una cierta velocidad y partiendo de esta base empírica comenzó a definir los valores de una nueva unidad de potencia que el ingeniero escocés definiría como “caballo de fuerza”.
Qué es un “caballo de fuerza”
Fruto de sus observaciones Watt pudo establecer que por cada segundo un caballo era capaz de levantar unas 550 libras (aproximadamente 250 kilogramos) a una altura de una pulgada (2,54 centímetros), o lo que en términos equivalentes serían 33.000 libras (unos 15.968 kilogramos) a una distancia de un pie (30,48 centímetros) y en el transcurso de un minuto.
A partir de ese momento ingenieros y fabricantes ya pudieron disponer de una base científica con la que expresar de forma más o menos real la potencia de sus máquinas de vapor, al tiempo que los compradores tenían la posibilidad de comparar las prestaciones de las distintas máquinas que existían en el mercado.
Con el desarrollo de los primeros motores de combustión interna el término “caballo de fuerza” fue heredado por los nuevos automóviles y motocicletas propulsados con motores de explosión, convirtiéndose a partir de ese momento en una medida estándar que es utilizada en todo el mundo
Es necesario reconocer que las medidas del “caballo de fuerza” de James Watt se establecieron inicialmente de una forma un tanto arbitraria, aunque con el paso del tiempo sus valores se han ido validando hasta convertirse en una unidad capaz de medir la cantidad de trabajo que un motor o una máquina pueden realizar en un determinado periodo de tiempo.
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