Actualmente, dos de cada tres multas vienen provocadas por excesos de velocidad, pero aunque este tipo de sanciones pueden parecernos algo moderno lo cierto es que la primera denuncia por exceso de velocidad tuvo lugar en Gran Bretaña en enero de 1896. Aquel día Walter Arnold circulaba a 13 km/h cuando fue sorprendido por la policía y la multa ascendió a 4,7 libras esterlinas.
Las denuncias y sanciones por exceso de velocidad pueden parecernos algo relativamente moderno que surge con los automóviles y los motores de grandes prestaciones, pero lo cierto es que la historia del automovilismo afirma lo contrario.
En la actualidad y según datos de Automovilistas Europeos Asociados, al menos dos de cada tres multas que se imponen en España vienen motivadas por excesos de velocidad, pero hay que tener en cuenta que también la normativa ha ido evolucionando con el paso del tiempo y lo que hoy ya no es punible si lo fue por el contrario en el pasado.
Límites de velocidad en España
Por ejemplo, en nuestro país el primer Código de Circulación de 1934 especificaba en su artículo 93 que la velocidad máxima para un automóvil con neumáticos de aire en todas sus ruedas era de 80 km/h hasta un peso de 3.500 kg, reduciéndose a la mitad cuando alguna de las ruedas fuera metálica o con llantas de caucho macizo. En el caso de incumplir esta norma la sanción establecida era de cinco pesetas.
Curiosamente, los límites de velocidad no se actualizaron en España hasta 1976 cuando se estableció el tope máximo en 100 km/h con el objetivo de ahorrar consumo, teniendo en cuenta que el mundo se encontraba inmerso en la segunda crisis del petróleo.
Fue en 1979, con Adolfo Suárez al frente del Gobierno, cuando se estableció por primera vez el actual límite máximo de 120 km/h, que con el gobierno de Zapatero en 2011 se redujo temporalmente a 100 km/h en autovías y a 110 km/h en autopistas por cuestiones de ahorro energético, una medida que más tarde sería revertida con la reforma de la Ley de Tráfico de 2014.
La primera multa de la historia
Pero lejos de ser un síntoma de modernidad el Libro de los Record Guinness recoge que la primera infracción por exceso de velocidad tuvo lugar el 28 de enero de 1896 y que el conductor sancionado fue el británico Walter Arnold.
Aquel día este ciudadano inglés decidió pisar a fondo el acelerador de uno de los primeros automóviles construidos por el genio alemán Karl Benz, hasta conseguir alcanzar en el velocímetro la “endiablada” velocidad de 13 km/h, que vienen a ser unas 8 millas/hora.
El pecado de Walter Arnold es que en el momento de la sanción no circulaba por una carretera interurbana sino por las calles de Paddock Wood, una pequeña localidad situada en el condado de Kent, donde fue perseguido por un policía en bicicleta que finalmente consiguió darle alcance.
Según la denuncia de aquel policía ciclista el conductor del vehículo había quebrantado al menos cuatro normas de la normativa de circulación de la época:
- Conducir un carro sin caballos por una calle pública.
- Conducir un carro sin caballos sin la intervención de al menos tres personas.
- No mostrar el nombre y la dirección del vehículo.
- Cuadruplicar la velocidad máxima permitida (2 millas/hora).
¿Cuánto fue la primera multa?
Desconocemos cuáles fueron los medios que utilizó el policía para calcular la velocidad real a la que circulaba Walter Arnold, pero lo que sí sabemos a través de las crónicas de la época es que el conductor fue condenado por todas y cada una de las acusaciones y que el juez sentenció que Arnold hiciera frente a una sanción de 4,7 libras esterlinas.
¿Qué supuso la primera multa?
Pero con su “hazaña” aquel conductor demostró dos cosas. Una que a finales del siglo XIX el marketing ya era una herramienta que funcionaba comercialmente y otra que los límites de velocidad se encontraban totalmente desfasados.
A la segunda cuestión las autoridades británicas respondieron elevando el límite hasta las 14 millas/hora, aproximadamente unos 22 km/h,mientras que gracias a la primera la fama de Walter Arnold facilitó que surgiera la empresa Arnold Motor Carriage, una sociedad que se dedicaba a modificar y comercializar los automóviles que Karl Benz le enviaba desde Alemania.
Con uno de estos Benz “made in England” Arnold consiguió vencer en la primera edición de la carrera Londres-Brighton, un rallie de 87 kilómetros que le sirvió para ampliar su cartera de clientes y las ventas de sus automóviles.
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Lo más gracioso de la historia, es que la policía alcanzo el vehículo yendo estos en bicicleta. Tampoco creo que estos agentes estuvieran muy en forma