El valor de un vehículo clásico depende mucho del número de unidades existentes y, en el caso de las furgonetas Tempo, no son muchos los ejemplares que han conseguido llegar hasta nuestros días. Esta circunstancia las convierte en auténticas joyas en peligro de extinción que muchos coleccionistas quieren tener en sus garajes al precio que sea.
Fue la firma ROA (Rafael Onieva Ariza), una reconocida compañía española dedicada a la fabricación de motocicletas y motocarros entre 1952 y 1967, la primera en alcanzar un acuerdo con la alemana Vidal & Sohn Tempo-Werk (con sede en Hamburgo) para la producción en España de las furgonetas Tempo. Lo hizo a través de la sociedad conjunta Tempo Onieva, S.A. Compañía que estaba participada por Industrias Motorizadas Onieva, Barreiros Diésel y Hanomag, que en aquel momento colaboraba con Barreiros en la producción de tractores.
Fundada por Oscar Vidal en 1928, la firma alemana Tempo era una empresa familiar que se había construido un modesto pero sólido nombre en el siempre competido mundo de los vehículos de reparto. Lo que provocó que Hanomag pusiera sus ojos en ella y que, a partir de 1955, fuera entrando poco a poco en su accionariado de una forma cada vez más importante. Hasta finalmente conseguir que la marca Tempo acabara siendo sustituida por la de Hanomag, a mediados de los años sesenta.
Tempo en España
Inicialmente las furgonetas Tempo Onieva iban a incorporar mecánicas Perkins. Pero lo que sucedió es que los motores utilizados acabaron siendo Barreiros C-14 de 1.910 cc y 50-60 CV de potencia. Estas furgonetas fueron las primeras en incorporar mecánicas diésel.
En aquel momento los modelos competidores de las Tempo Onieva eran la Sava J4, producida en Valladolid a partir de 1964 -una firma que acabaría siendo absorbida por Pegaso-, así como las Fadisa, fabricadas en Ávila con licencia de Alfa Romeo.
Instaladas sobre un chasis tubular, las carrocerías de las primeras unidades Tempo Onieva llegaron a nuestro país procedentes de Alemania. Pero esta solución de ensamblaje demostró ser poco eficaz, lo que motivó que los responsables españoles decidieran que fuera Carrocerías Costa la empresa nacional encargada de las labores de carrozado.
Este modelo de furgoneta ofrecía una carga útil de aproximadamente 1.500/1.600 kg. Tenía una longitud de 5,6 metros -su batalla era de 3.000 mm- y podía alcanzar una velocidad máxima de 97 km/h gracias a una caja de cambios de cuatro relaciones sincronizadas, que se combinaba muy bien con el motor Barreiros C-14.
El pez grande se come al pequeño
En Alemania la marca Tempo fue absorbida por Hanomag en 1965 y más tarde junto con Henschel pasaría a formar parte de la órbita de Mercedes-Benz. Por su parte, en el mercado español, en 1964 Tempo Onieva sería adquirida por la pujante Barreiros Diésel, modificando su denominación social por la de Tempo Ibérica.
A partir de ese momento todo el desarrollo, diseño y fabricación de las furgonetas Tempo corrió a cargo de los “hombres de Don Eduardo”, que introdujeron un gran número de cambios. Con la llegada de Barreiros los motores de las furgonetas Tempo pasaron a adoptar una posición más adelantada y el radiador aumentó sus dimensiones con el objetivo de incrementar su capacidad de refrigeración.
Otro de los cambios introducidos por los ingenieros de Villaverde fueron los nuevos motores de 2.000 cc y 60 CV, que aportaron unas interesantes prestaciones a la Tempo Barreiros. Aunque, a pesar de todo, Barreiros tan sólo consiguió comercializar unas 3.000 unidades en el tiempo que estuvo en activo.
¿Qué sucedió? Con cifras tan exiguas, cuando en 1969 la norteamericana Chrysler desembarca con todo su poderío económico e industrial en Barreiros Diésel, una de sus primeras decisiones fue la de poner punto y final a la producción de las Tempo Barreiros. Convirtiendo así a estas furgonetas en auténticas joyas para los coleccionistas de vehículos clásicos.
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