La disfagia es un problema en la ingesta de alimentos que provoca arcadas, tos, sensaciones de atasco y que en los casos más graves puede derivar en muerte por asfixia. En España las autoridades sanitarias calculan que dos millones de personas sufren de disfagia, aunque muchas lo ignoran porque tan sólo se encuentran diagnosticados un 10% de los pacientes.
¿Qué síntomas tiene la disfagia?
Se denomina disfagia a la patología que se deriva por la ingesta inadecuada de alimentos que provoca arcadas, tos o sensaciones de atasco. En los casos de mayor gravedad incluso puede derivar en muerte por asfixia.
¿Por qué se produce la disfagia?
Se calcula que la disfagia es un problema de salud que afecta a unos dos millones de españoles, aunque según datos de las autoridades sanitarias tan sólo se encuentran diagnosticados un 10 por ciento de los casos.
Desde un punto de vista médico la disfagia puede definirse como un trastorno de la deglución motivado por deficiencias sensoriomotoras y que en las personas que sufren esta enfermedad les provoca dificultad para tragar alimentos y líquidos.
La disfagia puede ser orofaríngea o esofágica. El primer caso es el más grave puesto que se produce en la faringe y puede producir la entrada de alimentos en las vías respiratorias con el consiguiente ahogo, mientras que en el segundo caso la dificultad se centra en que los alimentos no puedan pasar del esófago al estómago.
¿Cómo se quita la disfagia?
La disfagia es un problema que afecta a una de cada cuatro personas de edad avanzada, presentando también una incidencia muy alta en pacientes con síntomas neurológicos y patologías como Alzheimer, Parkinson o Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) y en los casos de personas que sufren cáncer de boca, garganta o esófago.
De hecho el 90% de las personas que padece alguna de estas enfermedades en fases avanzadas sufren de disfagia. Otro de los grupos de pacientes más afectados -hasta un 45%- son las personas que han sufrido un ictus.
¿Cómo afecta la disfagia a los niños?
Aunque la disfagia tiene mayor presencia en personas de edad avanzada, existe un importante grupo de pacientes en edad pediátrica o neonatal, que por tener ciertos síndromes, patologías o alteraciones fisiológicas o anatómicas, también pueden sufrir este trastorno.
En este sentido la incidencia de la disfagia en edades tempranas se ha incrementado notablemente dadas las mejores tasas de supervivencia de menores con afecciones complejas.
Cómo deben comer las personas con disfagia
Es importante identificar cuáles son los alimentos que mejor se degluten y a partir de ese momento y en colaboración con los especialistas diseñar una dieta que sea equilibrada y que contenga los nutrientes necesarios.
En estos casos una correcta hidratación es un factor fundamental, porque uno de los riesgos de la disfagia es que se produzca una situación de deshidratación.
Siempre es aconsejable la ingesta de alimentos blandos y suaves, apartado donde se incluyen los purés y los licuados. En cualquier caso las porciones de alimento serán siempre de pequeño tamaño para evitar los atragantamientos.
Es importante evitar la ingesta de alimentos muy secos y como solución les aportaremos caldos o salsas que faciliten que la comida ingerida se deslice mejor a través del esófago.
En cuanto a los líquidos podemos espesarlos añadiendo gelatina, tapioca o cereal de arroz, en su caso beberlos utilizando una pajita y preferiblemente tomarlos fríos o a temperatura ambiente.
A la hora de comer tendremos que tener en cuenta una serie de detalles que nos faciliten la ingesta, como por ejemplo comer con frecuencia pero pocas cantidades y evitar siempre los alimentos que precisen mucha masticación.
Finalmente, la posición a la hora de sentarse a comer también es muy importante, eligiendo siempre posiciones erguidas.
¿Cómo de grave es la disfagia?
El tratamiento de la disfagia es multidisciplinar y en el mismo intervienen logopedas, otorrinos, nutricionistas y psicólogos, junto a especialistas de otras áreas cuya presencia pueda requerirse en cada momento.
Las posibilidades de mejora dependen de la edad del paciente y del grado de afectación de las patologías previas que han llegado a producir la disfagia como un efecto secundario, pero lo fundamental es conseguir que esta patología no derive en problemas de mala alimentación y de tipo psicológico.
En función de cada caso también se pueden diagnosticar fármacos que contribuyan a reducir la sensación de dolor y la inflamación y aquellos destinados a combatir las infecciones bucales.
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