Cuando Jesús Gil quiso hacer un equipo español de F-1

En 1987, después de convertirse en presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil puso los ojos en la F-1. En 1992 España tenía pensado organizar los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla, y el COI y la F-1 habían llegado al acuerdo de que esa temporada se correrían el GP de España en Jerez y el GP Olímpico en Montmeló, y que mejor plan que ese año hubiera un “racing team español” en pista. Y ahí estaba Jesús Gil para comprar el equipo Brabham. 

La Comunidad de Madrid está pensando en traer de nuevo a la capital de España el “circo” de la Fórmula 1, una competición que abandonó el circuito del Jarama en junio de 1981. El coste de que los monoplazas vuelvan a correr en Madrid ya lo sabemos: 100 millones de euros. 

Por otro lado, el espectáculo de la F-1 y su enorme impacto mediático también sedujo en su momento a Valencia entre 2008 y 2012, años en los que se celebró en su circuito urbano el GP de Europa. Todos sabemos también cómo finalizó la aventura. 

Por el contrario, en cuestión de equipos españoles de F-1 nuestro país acumula pocas experiencias, salvo el proyecto Bravo F1 que Adrián Campos quiso poner en marcha en 1993 con poco éxito y el Campos Meta Team que lideró de nuevo Adrián Campos en 2010 y que derivaría posteriormente en el Hispania Racing Team (HRT), el único equipo español que por el momento y durante tres temporadas ha competido en F-1. 

El sueño de Jesús Gil 

Si España puede presumir de personajes pintorescos uno de esos personajes ha sido sin duda Jesús Gil, entre otras cosas presidente del Atlético de Madrid entre 1987 y 2003 y alcalde de Marbella entre 1991 y 2002. 

Pero junto a sus facetas más conocidas como empresario, político o polémico presidente de un club de fútbol, lo que pocos saben es que Jesús Gil a punto estuvo de crear el segundo equipo español de F-1. 

Jesús Gil quiso crear un equipo de Fórmula 1

Tras convertirse en presidente del Atlético de Madrid en 1987, ese mismo año Jesús Gil viajó al GP de Alemania con el objetivo de comprobar sobre el terreno que escuderías de F-1 podían encontrarse en venta y cuál era su precio. 

En el circuito de Hockeheim llegó a contactar con Bernie Ecclestone, que en ese momento era el propietario del equipo Brabham, una escudería que había sido campeona en otros tiempos pero que tras su fallida unión con BMW había entrado en un periodo de decadencia. 

En ese momento la F-1 estaba dominada por los Williams Honda de Mansell y Piquet, por el McLaren de Prost y por el Lotus de Senna, mientras que el único español en competición era Adrián Campos enrolado en el equipo Minardi.

Objetivo: Comprar Brabham 

Jesús Gil regresó de Alemania con la idea de comprar el equipo Brabham a Eclesstone y convertirlo en un equipo español con posibilidades de competir en la F-1 con garantías de cierto éxito, para lo cual necesitaba entre 18 y 25 millones de euros (unos 3.000 millones de pesetas). 

La única posibilidad económica es que el Gobierno de aquella época -el presidente era Felipe González- decidiera implicarse en un proyecto que pondría a nuestro país en el mapa tecnológico y mediático que implica competir en la F-1. 

Lo cierto es que las cuentas de nuestro país no contaban con suficientes recursos extras como para dedicarlos a un megaproyecto que se sabía cómo comenzaba pero que nadie sabía cómo podría finalizar y con qué resultados, sobre todo cuando los objetivos prioritarios eran la organización de los Juegos Olímpicos de 1992 y la Expo de Sevilla. 

A favor del proyecto de Jesús Gil contaba el hecho de que el Comité Olímpico Internacional (COI) y la F-1 habían llegado a un principio de acuerdo para celebrar en 1992 una segunda prueba en España además de Jerez, el GP Olímpico en el circuito de Montmeló, y que mejor celebración que tener un “racing team español” en pista. 

Las “locuras” de Gil 

Pero conociendo a Jesús Gil su faraónico proyecto en la F-1 le convirtió en protagonista de decenas de entrevistas, de declaraciones estrambóticas y de un gran número de “fake news”, como los rumores de que pretendía fichar a Ayrton Senna y llegar a un acuerdo con Honda para colocar en los Brabham los motores que en ese momento mandaban en los circuitos de todo el mundo. 

Pero las “locuras” de Gil carecían del dinero necesario para entrar en la F-1 como un elefante en una cacharrería, pero por otro lado también hay que afirmar que aunque polémico tampoco estaba tan errado en sus cálculos, porque los tres siguientes mundiales de F-1 fueron para Senna y Honda.

También era muy conocida su afición y la de su familia a los caballos y a la cría de ejemplares.

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