La biodiversidad está en peligro en todo el mundo y en esta lucha en defensa de la fauna y la flora la colaboración de los perros es fundamental. La biodetección o el rastreo con perros especializados sirve para medir las poblaciones de especies vulnerables o en peligro de extinción, para evitar la caza y el comercio ilegal de animales o para impedir la proliferación de especies invasoras.
En todo el mundo los perros se han convertido en grandes aliados cuando se trata de proteger y defender la biodiversidad, dado que con su capacidad olfativa son capaces de percibir rastros prácticamente invisibles o indetectables para los humanos, teniendo en cuenta que los perros utilizados en labores de rastreo cuentan en sus fosas nasales con 200-300 millones de receptores olfativos, frente los apenas seis millones de receptores que en el mejor de los casos solemos tener los seres humanos.
El trabajo de los perros de biodetección comenzó en Nueva Zelanda alrededor de 1890. En aquella ocasión el objetivo de las autoridades era detectar aves autóctonas con el fin de contabilizar sus poblaciones y saber cuál era el nivel real de amenaza para su supervivencia. Hoy el nivel de éxito de estos perros de biodetección está en el 90%, una cifra muy superior a la que puede conseguirse con el fototrampeo.
Por la misma razón que motivó en su momento a las autoridades de Nueva Zelanda en muchos aeropuertos la policía trabaja hoy con perros especialmente preparados para detectar el tráfico ilegal de animales; en África los servicios de guardia y protección de los grandes parques nacionales utilizan perros para luchar contra los cazadores furtivos y en Alemania son perros los encargados de detectar la presencia de erizos en entornos urbanos o de ayudar a contabilizar los hábitats naturales donde todavía hay presencia de nutrias y tritones.
Oakley contra la hierba caimán
Otro buen ejemplo de la colaboración perruna en temas de biodiversidad es Oakley, un perro pastor ovejero australiano que ha sido entrenado específicamente para detectar la prolífica e invasora hierba caimán cuando todavía se encuentra en estado latente, con el objetivo de conseguir su total erradicación.
La hierba caimán es un peligro para la biodiversidad de al menos una treintena de países, entre ellos Estados Unidos donde esta hierba invasora está causando grandes problemas de navegabilidad en el río Mississippi.
Como sucede en otros muchos casos a lo largo de todo el mundo la hierba caimán procede de Sudamérica y su ritmo de crecimiento es tan rápido que un corto periodo de tiempo es capaz de cubrir la superficie del agua causando estragos entre la fauna acuática autóctona y desplazando de sus hábitats a la flora nativa.
Además de olfatear el menor rastro de hierba caimán, Oakley también ha sido entrenado para detectar especies animales autóctonas de Australia que se consideran vulnerables o en riesgo de extinción, como son el Quol Tigre, también denominado Gato Tigre, los Koalas y un pequeño mamífero llamado Kowari, un roedor marsupial que vive en los desiertos pedregosos australianos.
Perros cazadores, no
Cuando se trata de realizar labores de rastreo y biodetección inicialmente se puede pensar que los perros cazadores son la mejor opción, pero esto puede no ser así en todos los casos porque hay razas que tienden a morder y matar a los animales que olfatean, por lo cual los entrenadores suelen decantarse por razas que tienen más que ver con el pastoreo o que siendo cazadoras pueden considerarse de muestra y no de captura como sucede en el caso de pointer o setter.
Este factor no lesivo es fundamental cuando se trata de detectar la presencia de especies que pueden considerarse cinegéticas, como es el caso de los urogallos, y también cuando se trata de nutrias, de ahí que labradores, retrievers, border collies, etc., sean razas caninas que triunfan cuando se trata de defender la biodiversidad con la ayuda de la biodetección.
Perros españoles en África
Un gran número de entidades públicas y privadas de nuestro país ya utilizan perros en labores de biodetección, sobre todo cuando se trata de detectar especies animales especialmente esquivas y cuyo número es reducido, o también a la hora de encontrar aves equipadas con transmisores que se teme que hayan chocado contra tendidos eléctricos y que podrían encontrarse heridas.
Por otro lado, la prestigiosa y laureada primatóloga Jane Goodall está utilizando en la Reserva Natural de Tchimpounga (República del Congo) cuatro perros de origen español entrenados en biodetección y cuyo trabajo es ayudar a proteger este área natural evitando que los animales que la habitan sean cazados.
Estos perros y sus cinco guías trabajan habitualmente en la reserva, pero cuando es necesario también ayudan en los controles rutinarios que se realizan en puertos y aeropuertos congoleños contra el comercio ilegal de especies animales.
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