Todos los que amamos el mundo de la equitación hemos empezado a montar a caballo con errores y distintas sensaciones y habilidad. Las etapas iniciales de los jinetes están llenas de pequeños o grandes defectos en la posición o agarres, que pueden ocasionar más de un susto al novato y que si no se corrigen a tiempo sin duda provocarán muchos quebraderos de cabeza y dolores a los nuevos jinetes.

Para la mayoría de aficionados a la equitación, montar a caballo es una de las experiencias más relajantes y divertidas que existen. De repente tienes una posición en alto y con una visión privilegiada en la que caballo y jinete trabajan juntos, convirtiéndose en uno solo para lograr galopar, saltar o hacer ejercicios de una gran belleza y elegancia.
Sin embargo no es así desde el principio. Cuando se comienza a montar a caballo, igual que ocurre cuando se coge un coche por primera vez, los jinetes se sienten torpes y algo perdidos. Manos, espalda, pies, asiento… ¡Uf!, son demasiadas cosas a las que prestar atención al mismo tiempo.
Hay que tener en cuenta que montar a caballo, como en casi todo en la vida, es más maña que fuerza. De nada sirve hacer fuerza con las piernas para no caerse, si no tenemos un buen asiento sobre la montura. El equilibrio es fundamental. Aunque es cierto que se gana con la práctica, una postura correcta acelera este aprendizaje.
Por otro lado, es importante entender que no vamos montados sobre una máquina. Los caballos son seres vivos que están domados para entender una serie de órdenes y si nosotros, por inseguridad o desconocimiento, damos continuamente órdenes contradictorias o somos muy bruscos al hacerlo, nuestra montura puede frustrarse y dejar de hacernos caso o reaccionar de forma indeseada.
La experiencia hace al jinete
Como en cualquier deporte es necesaria la práctica para corregir los pequeños -o grandes- fallos, pulir los detalles y lograr sentirse cómodo encima de un animal de varios cientos de kilos de peso. En este sentido conocer los errores más comunes que cometen los jinetes noveles puede ayudar a identificarlos fácilmente y corregirlos con más rapidez.
Lo primero que delata a una persona con poca experiencia en la equitación es la postura de su cuerpo y, especialmente, de su espalda. En algunas ocasiones, por inseguridad, los jinetes van encorvados hacia adelante, con los hombros caídos. Esta postura dificulta enormemente controlar al animal y hace que sea más fácil que nos caigamos si el caballo frena de golpe, aunque sea a poca velocidad.
Otros jinetes tienden a ir muy echados hacia atrás. Esto hace que las piernas se adelanten y la posición sea antinatural. Con esta postura es imposible tener un buen equilibrio sobre el caballo. Una posición correcta es con la espalda recta, los brazos en forma de L con los codos pegados al cuerpo y, sobre todo, con los músculos relajados para poder acompañar en el movimiento al equino.
¿Dónde hay que poner las manos?
La posición de las manos es otro detalle que suele delatar a los jinetes novatos. Las manos deben colocarse a cierta distancia de la cruz del caballo, del cuerpo del jinete y con una separación entre ellas.
Las riendas deben tener una tensión justa para notar al animal y poder dirigir sus movimientos adecuadamente, pero sin forzarle. No nos olvidemos que las riendas están conectadas directamente con su boca, lo que supone que tirones fuertes o una tensión constante pueden causarle dolor y que deje de responder a nuestras indicaciones.
Uno de los errores más habituales es llevar las manos demasiado adelantadas, lo que provoca que la espalda se muestre arqueada y que las riendas queden demasiado sueltas. También es un error llevarlas demasiado pegadas al cuerpo, porque esta posición suele crear una tensión excesiva en las riendas y nos impide moverlas con soltura.
Cómo hay que llevar las piernas
La posición de piernas y pies es otra de las cosas que debemos tener en cuenta al montar a caballo y donde se suelen ver multitud de errores.
Las piernas deben colgar relajadas, con la rodilla levemente flexionada, apoyando el peso sobre los talones para que queden por debajo de la puntera y con los tobillos formando un eje con el cuerpo.
En muchas ocasiones los novatos tratan de apretar con la rodilla, flexionándola en exceso o adelantan el pie como si montaran en moto. Esto hace que se pierda equilibrio y la sujeción al caballo no sea óptima.
Además, podemos ver la bota metida en el estribo hasta el tacón. Esto, además de impedir una postura corporal adecuada y dificultar la monta, puede hacer que ante una caída el pie quede enganchado y el caballo nos arrastre.
Por último, para montar a caballo es básico estar concentrado, relajado y mantener la cabeza alta con la mirada hacia donde queremos dirigirnos, de forma que nuestro cuerpo se coloque en una posición donde el caballo tenga mayor libertad de movimientos y sepa lo que queremos hacer, no sólo con las indicaciones de las riendas si no también con nuestro peso y nuestra colocación en la silla.
En este sentido en los jinetes novatos podemos encontrar los dos extremos. Lo más frecuente son jinetes tensos que transmiten esa sensación al caballo y cuyos movimientos no fluyen, haciendo que al animal le cueste entendernos.
También los hay que se distraen o no van pendientes del recorrido, dejando que el animal avance sin guía por el terreno, circunstancia que podría ocasionar más de un susto al jinete inexperto.

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