Si dudas acerca de la edad para empezar a montar a caballo, los expertos aconsejan que los niños no comiencen con ponis antes de los cinco años y que no pasen a montar caballos hasta al menos tener cumplidos los doce. La equitación es una actividad deportiva que exige ir muy de la mano de los centros ecuestres.
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¿Cuál es la edad ideal para montar a caballo?
De la mano de los expertos y siempre de acuerdo a su rango de edad y atendiendo a sus aficiones, que los niños practiquen actividades deportivas siempre es aconsejable para un correcto desarrollo físico y mental y porque en general el deporte lleva implícita una fuerte carga de socialización al realizarse de forma grupal y colectiva.
La equitación es una de esas actividades deportivas donde, además de los beneficios inherentes al propio deporte, la presencia de los caballos aporta a los niños un plus a la hora de relacionarse con los animales, conocerlos, cuidarlos, respetarlos y, fundamentalmente, perderles el miedo.
Pero a la hora de llevar a nuestros hijos a “montar a caballo” la primera duda que nos surge a los padres es saber cuál es la edad idónea para comenzar, sobre todo porque como sucede con cualquier otra iniciativa que las personas llevamos a cabo en la vida unos buenos principios suelen augurarnos muchas satisfacciones en el futuro y la equitación es uno de esos deportes donde desde niños podemos disfrutar con su práctica.
¿Cuántas clases se necesitan para aprender a montar a caballo?
¿Quiénes pueden resolver nuestras dudas? Si queremos que nuestros hijos comiencen con los caballos lo aconsejable es buscar un centro ecuestre que nos aporte las suficientes garantías de profesionalidad, así que en este sentido elegiremos uno que esté homologado por la federación territorial correspondiente, para lo cual podemos informarnos en la web de la federación hípica española.
La teoría desaconseja que los niños se inicien en la equitación antes de los cinco años y en este sentido los padres no debemos tener prisa, así que a partir de esa edad podemos comenzar a pensar en llevar a nuestros hijos a “montar en ponis”, siempre que ello les satisfaga y no les suponga ningún esfuerzo ni sufrimiento. Siempre hay que tener en cuenta que lo que disgusta a los cinco años quizá sea un placer a los diez.
A los nueve años, dependiendo de cada caso, el niño que comenzó en la equitación a los cinco probablemente esté en condiciones de pasar al siguiente nivel y comenzar con caballos, aunque para algunos expertos ecuestres este salto no debe producirse antes de los doce años. ¿Por qué? Dominar a un caballo no sólo es cuestión de madurez mental, sino también de madurez física y de ser capaz de dominar al animal con las piernas y los brazos y simultáneamente de ser consciente del entorno, más o menos como cuando los adultos conducimos un coche.
Para conseguir los objetivos es básico, aunque a veces pueda resultarnos aburrido, el trabajo en pista con todo tipo de ponis y caballos. Resulta frecuente que los niños se encariñen con un determinado animal y se muestren contrarios a cambiar de montura, cuando precisamente lo beneficioso es justamente lo contrario, porque montando diferentes caballos se consigue tener un mayor conocimiento de los mismos y el empleo de diferentes técnicas y formas de montar dependiendo de sus diferentes comportamientos.
También es básico el trabajo inicial de conocimiento de todos los enseres que forman parte de la equitación, cuáles son sus funciones y cómo se manejan y colocan correctamente sobre el animal, al igual que aprender a subirse al caballo, la posición correcta sobre la montura, la forma de sujetar las riendas y los movimientos que el jinete realiza en función de que el caballo vaya al paso o al trote.
Si nos dejamos aconsejar por los expertos y hacemos caso a nuestros hijos en no mucho tiempo lo padres estaremos muy satisfechos viéndoles sobre un caballo, porque en ese momento estarán divirtiéndose y al mismo tiempo desarrollando su musculatura y articulaciones, mejorando su autoestima y confianza en ellos mismos, trabajando la necesaria concentración y aprendiendo a expresarse de forma no verbal para conectar y entenderse con el caballo.
Por supuesto, y aunque no hace falta citarlo porque todo centro ecuestre lo exige, cualquier persona que monte a caballo debe ir equipada, además de con pantalones, botas de montar y guantes, con las medidas de protección obligatorias (casco).
Dos clases semanales son suficientes para comenzar y sobretodo en los comienzos no dejar de practicar la equitación durante largos periodos de tiempo para no olvidar lo aprendido.
Equitación infantil: ¿Cuándo pueden los niños montar a caballo?
Para iniciarse en la equitación no existe una edad mínima reglamentada por ley, aunque los expertos aconsejan comenzar con ponis a los cinco años y con caballos a partir de los 9-10 años, siempre teniendo en cuenta el nivel de desarrollo físico y emocional de cada niño/a. Por esta razón en esta etapa es fundamental contar con la experiencia y profesionalidad de un buen centro hípico.
La equitación es un deporte que puede practicarse a todas las edades, pero los expertos de la Real Federación Hípica desaconsejan que los niños/as se inicien en la equitación antes de los 5-6 años, aunque la colocación de este listón puede variar al alza en función de sus características físicas, principalmente de su altura y del desarrollo y evolución de sus capacidades psicomotrices.
A partir de esa edad, y siempre que ello no suponga ningún malestar ni miedo, lo aconsejable es que los niños y niñas comiencen montando en poni de forma más o menos regular y sin ningún tipo de presión, para a partir de los 9-10 años valorar si se encuentran preparados y maduros para comenzar con caballos.
En este sentido algunos expertos apuntan que el tránsito de poni a caballo no debe realizarse hasta los 12 años, porque en su opinión la capacidad de dominar un animal que pesa más de 400 kg requiere, además de experiencia, madurez mental y también un adecuado nivel de madurez física.
Por otro lado, y teniendo en cuenta que los niños son más receptivos que los adultos, resulta conveniente que los jóvenes jinetes vayan cambiando de montura periódicamente con el objetivo de conseguir un mayor conocimiento de los distintos comportamientos y caracteres que muestran los caballos, una estrategia que favorecerá que puedan avanzar en su trabajo de aprendizaje.
Cómo enseñar a un niño a montar a caballo
Todos hemos escuchado y leído como los jinetes más famosos comenzaron a montar desde muy pequeños. Y la explicación está dentro de la más estricta lógica. Las capacidades de aprendizaje disminuyen con la edad y por el contrario aumentan a medida que nos encontramos más próximos a la infancia.
Por esta razón se afirma a veces que la equitación profesional es cosa de niños, porque es a esa temprana edad cuando lentamente comienzan a fraguarse los grandes jinetes y amazonas. Pero desde el punto de vista de jinetes aficionados y sin pretensiones competitivas la anterior aseveración también nos sirve.
El único problema para un niño o niña que quiere iniciarse en la equitación es que al calendario de la edad se le unen otras variables que tienen que ver con el equilibrio, el desarrollo de la musculatura y la evolución de la coordinación corporal, un nivel de madurez para el que cada individuo tiene su propio ritmo biológico.
El resultado de esta ecuación es que las prisas nunca son buenas y los padres tienen que respetar en todo momento la evolución mental y física de sus hijos/as antes de iniciarles en una actividad deportiva que sí hacemos las cosas bien les deparará muchas alegrías.
Beneficios de la equitación infantil
Los siete años pueden ser una buena edad para comenzar con las clases de iniciación a la equitación, siempre y cuando los responsables de los centros ecuestres tengan en cuenta las capacidades y ritmo de cada niño a la hora de montar y exista en todo momento el suficiente nivel de tutela.
Está probado que montar a caballo contribuye a que los niños -también sucede con los adultos- desarrollen todas aquellas capacidades físicas relacionadas con el equilibrio y la coordinación, al tiempo que la práctica de este tipo de actividad deportiva también tiene una importante influencia positiva a nivel emocional.
De ahí que la equinoterapia sea una alternativa totalmente aceptada en el tratamiento de niños con autismo, trastorno de la atención, hiperactividad y otras disfunciones de tipo síquico, ya quela conexión con los animales y la naturaleza tiene un efecto sanador desde un punto de vista emocional y de autoestima.
Lo más importante para iniciarse en la equitación es que los niños/as lo hagan de forma voluntaria y sin ningún tipo de miedo. En estos casos es mejor permitir que los niños puedan convivir con los caballos dejando que llegue el momento en que nos pidan comenzar a montar. Y si no sucede así tampoco pasa nada.
En caso de desconfianza o miedo podemos comenzar con actividades de iniciación antes de comenzar con un programa de clases de monta, de forma que los niños vayan cogiendo confianza con los caballos y con el entorno, avanzando por ellos mismo en un necesario proceso de conocimiento y autoconfianza.
¿Cuánto se tarda en aprender a montar a caballo?
Montar y dominar el deporte de la equitación es algo muy complejo que requiere tiempo, gran esfuerzo y dedicación. No se trata tan sólo de mantenerse equilibrado sobre el caballo y de sentirse seguro. La práctica de esta disciplina es fundamental para que nuestro cerebro y nuestro cuerpo creen los hábitos necesarios, para que de forma natural se desarrollen los instintos que nos permitirán automatizar el arte de la equitación como si de andar se tratase.
Cuando comenzamos a practicar cualquier actividad la mayor parte de las personas no podemos evitar acelerarnos, tratamos de avanzar rápido y nos preguntamos cuánto tiempo tardaremos en dominarla. La equitación no es la excepción y es difícil no precipitarse tratando de hacer todos los avances posibles, especialmente cuando vemos a otros aficionados más experimentados.
Como en casi todo en la vida en la monta a caballo la paciencia es parte fundamental del aprendizaje. Cuando iniciamos una actividad el cerebro forma nuevas rutas neuronales para cubrir las necesidades que acaban de surgir, que en nuestro caso pueden ser nuevos movimientos, una posición concreta, un nuevo punto de equilibrio, etc.
Aunque nuestro cerebro está en continúo proceso de aprendizaje, nuestra capacidad de aprender aumenta notablemente cuando la actividad nos resulta motivadora o interesante. El hecho de que disfrutemos de practicar este deporte hará que aprendamos más rápido y que nuestro cerebro cree los hábitos que permitan automatizar esas actividades.
En este sentido y según un estudio realizado por científicos de la Universidad de Londres, la creación de un hábito puede tardar entre dos semanas y ocho meses en lograrse, siendo la media dos meses.
¿Cuánto tiempo se tarda en saber montar a caballo?
Como ocurre con todas las actividades en la equitación la práctica es la base de cualquier aprendizaje. Cuanto más repetimos un comportamiento más fijamos el aprendizaje, ya que el cerebro requiere de unas ciertas repeticiones para crear el nuevo hábito.
Para ahorrar tiempo y esfuerzo nuestro sistema nervioso central usa rutas ya creadas, y en este caso sobre los circuitos de control del movimiento que se usan para caminar creará otras nuevas para montar a caballo.
En el caso de la equitación entran en juego dos factores. El primero es la técnica: la colocación del cuerpo, las ayudas, el nombre de los ejercicios, la posición en la pista, etc. Se trata de datos nuevos que debemos memorizar, lo que es más fácil practicando. Aunque existe una base teórica de este deporte, la manera más sencilla de avanzar es practicando.
En la equitación tiene gran importancia el equilibrio. Al igual que sucede cuando empezamos a caminar o a montar en bici, tenemos que centrarnos en ser conscientes de nuestro cuerpo. De esta forma podremos encontrar el nuevo centro de gravedad y ajustarlo a cada aire del caballo y a cada ejercicio que realicemos. Pasados los primeros meses todo esto se automatiza, haciendo que no sea necesario pensar en cómo colocarnos a la hora de trotar o galopar en suspensión.
El segundo factor es la seguridad. Aquí no entra el aprendizaje, sino el carácter de cada persona. Hay individuos con grandes capacidades para montar a caballo, pero que se sienten inseguros al verse sobre el lomo de estos animales. Aquí es imprescindible un entrenador que sepa analizar al jinete y hacerle avanzar a un ritmo adecuado para que con la práctica vaya cogiendo soltura y confianza.
¿Cuántas horas se necesitan para aprender a montar caballos?
Como dijo Pau Donés, todo depende. No existe un tiempo exacto para aprender a montar a caballo, ya que varía en función de cada persona y de su momento vital. Hay temporadas en que se está más abierto a aprender, mientras que otras nos sentimos menos seguros o nuestra mente está menos centrada, algo imprescindible para practicar cualquier deporte.
De forma general se dice que con unas diez horas de práctica una persona con capacidades medias puede manejar de forma mínimamente decente a un caballo para caminar y trotar, aunque puede ser necesario un año haciendo entre 1 y 2 horas de clase a la semana para decir que se “sabe montar a caballo”.
Si hablamos de practicar alguna disciplina concreta, incluso a nivel amateur, el tiempo aumenta notablemente. Es raro poder hacer saltos o doma con un nivel medio en menos de 3 ó 4 años y para aquellos que busquen competir a nivel profesional deben prepararse para pasar más de 8 a 10 años entrenando antes de alcanzar un nivel adecuado. Prueba de ello es que la mayoría de jinetes y amazonas de alta competición superan los 30 años y comenzaron con menos de 10 años a montar.
¿Cuánto tarda un niño en aprender a montar a caballo?
La edad es uno de los factores que más influyen en la equitación. La mente de los niños es capaz de aprender nuevas conductas en cuestión de días, pero sin embargo comenzar con este deporte siendo adulto puede tener sus beneficios. La capacidad de concentración de un adulto es mayor, así como la fuerza y la confianza para manejar al animal.
En cualquier caso la equitación es un deporte que ayuda a mantenerse en forma, permite estar en contacto con los animales y la naturaleza y enseña -o debe enseñar- valores como la paciencia, el respeto hacia los caballos, el compañerismo y la constancia.
Más allá de si se aprende más o menos rápido es importante disfrutar de cada clase e intentar superarse a sí mismo, porque las mejoras llegarán con el tiempo y la práctica.
¿Cómo se llama la pista para caballos?
En los centros ecuestres los aficionados disponemos de distintas pistas y espacios abiertos para la práctica de la equitación. Lo normal es que sean zonas delimitadas por vallas, variando el tamaño y el sustrato en función de la disciplina que practiquemos. Además, algunos centros también disponen de recintos cerrados para practicar la equitación en cualquier época del año, buscando siempre el mejor espacio para asegurar la seguridad del jinete y la protección del caballo frente a las lesiones.
La mayoría de aficionados que se inician en la práctica de la equitación acuden a un centro ecuestre para recibir sus primeras clases. En este sentido hay centros donde enseñan a sus alumnos en espacios abiertos o directamente en el campo, pero de forma general las clases prácticas suelen impartirse en una pista cerrada.
En un primer vistazo una pista es sólo un rectángulo cercado con arena en el suelo, pero la importancia de este espacio es mayor de la que parece. Una buena pista debe tener un firme que evite hundimientos, que resista el uso intensivo y donde no se formen charcos cuando llueva. Además, a esto hay que sumarle unas dimensiones y características específicas dependiendo de la disciplina que vaya a practicarse.
¿Cuántos metros tiene una pista de caballos?
El primero son las dimensiones y depende del tipo de terreno y del espacio disponible. Los centros hípicos más pequeños cuentan con pistas de 15 x 30 metros, pero en cambio los más modernos disponen de pistas de hasta 100 metros para realizar competiciones de cierto nivel.
El tamaño de la pista determina qué tipo de ejercicios pueden realizarse en ella. Las pistas más pequeñas suelen emplearse para dar cuerda o realizar clases con el caballo sujeto mediante un ramal, normalmente para niños que se están iniciando en la equitación. Para realizar ejercicios más avanzados, como alargar los aires, hacer saltos o practicar una reprise, es imprescindible disponer de pistas de al menos 50 metros de longitud.
La geometría es otro factor a tener en cuenta. Lo ideal es trabajar en una pista rectangular donde los lados más largos sirvan para trabajar algunos movimientos, mientras que las pistas redondas valen para calentar o realizar ciertos entrenamientos.
En cualquier caso el tamaño juega también aquí un papel fundamental, ya que si la pista tiene unas dimensiones insuficientes, independientemente de la forma, el caballo forzará demasiado las extremidades interiores.
Por otro lado, un buen firme es fundamental en una pista de calidad. Es básico que el suelo esté llano para que puedan asentar correctamente las diferentes capas de drenaje y sustrato, y porque un firme en pendiente provoca riesgos y es incómodo para montar.
El aporte de sustrato es necesario, ya que los caballos al moverse hacen un efecto cuchara con los cascos, lo que supone que una pista sin sustrato requiera reparaciones contínuas. Además, el sustrato evita el desgaste del suelo, facilita el cuidado de la pista, amortigua los pasos, insonoriza el golpe de los cascos, evita que se genere polvo y facilita el movimiento de los caballos.
Finalmente, hay que trabajar muy bien el drenaje para evitar la presencia de charcos. Una pista encharcada dificulta la monta y provoca tropiezos y caídas. Para evitarlo se utilizan capas de arena superpuestas de grano cada vez más fino de forma que el agua no se acumule en la superficie.
Tipos de pistas para montar a caballo
Existen dos tipos de pistas: exteriores e interiores. Las primeras suelen estar rodeadas de una barandilla de forma que al montar sea sencillo ver los límites. Las segundas pueden estar completamente cerradas o sólo techadas y permiten montar en climas fríos y lluviosos.
Las pistas más habituales son de arena, un material que absorbe bien las pisadas y es sencillo de mantener. También existen pistas de césped y en los últimos años se han extendido las pistas de fibras que no generan polvo.
En cuanto al tamaño las pistas de doma clásica suelen tener 20 x 40 metros como mínimo, aunque las que albergan competiciones de mayor importancia suelen ser de 20 x 60 metros. Por su parte, las pistas de salto tienen un mínimo de 50 metros de largo en su lado menor.
Finalmente, las pistas de calentamiento suelen tener un mínimo de 15 metros y para las redondas suele recomendarse un diámetro de al menos 20 metros.
¿Cómo se llama el lugar donde hay caballos para montar?
La iniciación en cualquier deporte requiere compromiso y esfuerzo. En el caso de la equitación si tomamos una decisión errónea a la hora de elegir la hípica esto nos puede llevar a perder la ilusión rápidamente. Un profesor titulado y con experiencia, unas buenas instalaciones y dedicación, suelen ser condiciones suficientes para disfrutar de este deporte, por lo que te daremos las claves para tomar la decisión más adecuada a la hora de elegir centro ecuestre.
Tras el confinamiento muchas personas comenzaron a buscar actividades de ocio y deportes al aire libre. Entre el gran abanico que existe la equitación es una de las más demandadas, dado que se puede practicar durante todo el año y que incluso algunas hípicas disponen de recintos cerrados.
Se trata de un deporte apto para la mayoría de las personas, ya que para practicarlo a nivel amateur no se necesita una fuerza o resistencia exageradas. Esta característica convierte a la equitación en un deporte apto para niños y personas adultas.
Pero una vez que se ha tomado la decisión de aprender a montar a caballo surge una duda clave: ¿Qué centro ecuestre elijo? En España funcionan cientos de instalaciones donde podemos recibir clases de equitación. Algunas son verdaderos centros deportivos con todo tipo de comodidades y otros son pequeños negocios familiares.
¿Qué es el hipismo?
Lo primero que debemos preguntarnos a la hora de elegir una hípica es, qué queremos hacer. En la mayoría de centros se imparten clases, bien individuales o bien en grupo, para alcanzar unas nociones básicas de equitación, que es el primer paso a la hora de introducirse en este deporte de forma responsable.
Si nuestros conocimientos previos son nulos o muy básicos, prácticamente cualquier centro ecuestre va a permitirnos iniciar la formación. En este caso lo ideal por comodidad es elegir un centro que se encuentre lo más cerca posible de nuestro domicilio.
La distancia es un punto clave a la hora de escoger nuestro lugar de entrenamiento, ya que si está demasiado lejos se pierde mucho tiempo en el trayecto lo que hace imposible acudir varias veces por semana y en estos casos las clases suelen limitarse a los fines de semana.
La frecuencia a la hora de montar a caballo, especialmente cuando estamos iniciándonos, es crucial. Al igual que sucede en cualquier actividad la práctica es el único truco para mejorar. Debemos practicar nuestro equilibrio y coger soltura sobre el caballo, por lo que cuantas más horas de monta hagamos más fácil nos será avanzar.
Esto es algo a tener en cuenta ya que si acudimos de forma esporádica o dejamos pasar demasiados días entre clases parte de las mejoras se pierden u olvidan, por lo que la sensación es la de que no se evoluciona y ello puede significar que abandonemos la equitación.
¿Cómo se llama la persona que entrena los caballos?
Otro de los puntos clave a la hora de elegir un centro ecuestre son los profesores. Sobra decir que deben estar titulados y bien formados, pero además la experiencia, tanto con los caballos como impartiendo clases, es algo que diferencia a un simple monitor de un buen profesor.
Los profesores deben conocer a la perfección la teoría del deporte, así como su aplicación a la práctica. Por supuesto debe ser responsables y tener nociones de primeros auxilios, pero también deben ser buenos comunicadores para saber transmitir los objetivos. Un buen entendimiento entre alumno y formador es básico para disfrutar de las clases.
En cuanto a las instalaciones encontraremos centros con distintas comodidades. De forma general para practicar la equitación no hace falta más que una pista donde entrenar, además del caballo claro está. Por supuesto cuanto mejor sean las instalaciones más agradables serán nuestras clases, porque un mal drenaje por ejemplo dificultará mucho la práctica del deporte en la época de lluvias.
En este sentido buscar una hípica donde haya varias pistas nos puede asegurar que siempre habrá disponibilidad para dar clases, y en zonas de mucho calor o muchas precipitaciones el hecho de que haya una pista cubierta puede ser un punto a favor.
Por supuesto es imprescindible que en la hípica, además de las pistas, los boxes se encuentren en buen estado y los caballos bien cuidados. No debemos olvidar que vamos a montar a esos animales, por lo que deben tener un mantenimiento adecuado. Dejadez de las instalaciones o en el mantenimiento de los caballos puede significar que las clases serán también de baja calidad.
Algunas personas quieren hacer únicamente rutas y no están interesadas en dar clases en alguna hípica. En este caso no es necesario fijarse en las instalaciones o la cercanía a casa y podemos centrarnos más en buscar lugares con un entorno agradable donde disfrutar de los paisajes a lomos del caballo.
Finalmente, para aquellos jinetes con cierta experiencia, puede ser interesante preguntar qué tipo de modalidades practican en el centro, ya que mientras que algunas hípicas se limitan a dar clases de iniciación otras están más especializadas en salto o doma, algo que debemos tener en cuenta si queremos enfocar la formación hacia alguna de ellas.
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La edad es correcta. Lo incorrecto es que digáis que se debe elegir un centro hípico homologado por la federación.
Bien, esto es falso. La homologación es un sacadero de dinero, y las federaciones son los más sinverguenzas de todos.
La homologación la hacen chapuceramente y sin profesionalidad. Dinero dinero y dinero.
Elegir un centro hípico adecuado es muy fácil. Ir al centro y hablar con las personas. Ver su educación, su preparación, y sobre todo su titulación. “La homologación del club no es garantía absolutamente de nada”
Aveerr yo creoo q lo de esperaaaar no hacee faltaaayo empece desde q tengo memoriaaa i he salidoo muuy bieeen